Vuelo de brujas de Francisco de Goya

Vuelo de brujas de Francisco de Goya

Francisco López Muñoz, profesor de Farmacología y director de la Escuela Internacional de Doctorado de la Universidad Camilo José Cela y académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), ha publicado junto a Francisco Pérez Fernández, profesor de Psicología Criminal, Antropología y Sociología Criminal de la Universidad Camilo José Cela el estudio «Las brujas y sus calderos: ¿adoradoras del diablo o drogodependientes?». El artículo ha aparecido en primicia en la edición en español del portal especializado «The Conversation».

Capricho nº 68, Francisco Goya y Lucientes

Capricho nº 68, Francisco Goya y Lucientes

«Los estereotipos medievales sobre las brujas las convirtieron en una figura con una fuerte raíz folclórica que pobló las leyendas locales en toda Europa, casi siempre desde una óptica negativa, saturada de tópicos y escasamente realista -comienzan los autores su estudio-. Entre estos tópicos cabe mencionar la firma de pactos diabólicos con marca corporal (stigmata diaboli); la asistencia periódica a aquelarres para reverenciar al diablo, en forma de macho cabrío y festejar en comunidad, mediante bailes, banquetes y orgías sexuales; la capacidad de asistir a los conventículos volando sobre escobas o toneles, metamorfoseadas en animales o a lomos de bestias; la práctica de la antropofagia, sobre todo de niños…».

Sin embargo, López Muñoz y Pérez Fernández revelan que lo que se escondía detrás de todos estos ritos y les aportaba un sentido mágico no son otra cosa que las sustancias psicotrópicas que se utilizaban en sus rituales, la mayoría de fácil alcance gracias a plantas comunes. «Entre las hierbas que se empleaban en los cocidos de algunas de aquellas consideradas brujas destacan las plantas de la familia de las solanáceas, dotadas de propiedades psicotrópicas y alucinógenas, como el beleño, la belladona, la mandrágora, el estramonio y el eléboro, además de otras especies, como la verbena o el opio».

Estas unturas se aplicaban, entre otras partes, en la región genital y sus efectos eran casi inmediatos, al absorberse rápidamente los principios activos alucinógenos a través de la mucosa vaginal, ocasionando alucinaciones en estado de vigilia (sensación de transporte aéreo, fantasías sexuales…). A continuación, sobrevenía un profundo sueño, en el cual lo soñado, al despertar, se confundía con la realidad, explican los autores. Entre los efectos del beleño se encuentra el de inducir, gracias a su riqueza en alcaloides, como hiosciamina y escopolamina, una extraña sensación de ligereza y de ingravidez, que puede explicar la vívida certeza de estar volando.

 

Sábado de brujas en el monte Brocken Michael Herr

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