Miquel Ventura
Biólogo, director de la Fundación Mar y colaborador habitual de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED)
Miquel Ventura, director de la Fundación Mar y colaborador habitual de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), alerta de una importante presencia de microplásticos y microfibras en el litoral barcelonés, una de las zonas de la ribera mediterránea donde más kilos por habitante de este tipo de productos contaminantes se lanzan al mar, a raíz de la presentación del informe correspondiente a la estación de la Mar Bella de Barcelona del proyecto de observación y protección de la biodiversidad marina Silmar. Esta iniciativa, amparada por la Fundación Pro Real Academia de Doctores, proyecta la instalación de 22 estaciones de control repartidas entre Cataluña y Baleares, de las que ya funcionan las cinco primeras, ubicadas en Cadaqués, Palamós, Platja d’Aro, Barcelona y Sant Feliu de Guíxols.
Las estaciones permiten cartografiar el fondo marino en tres dimensiones y trabajar en cada punto gracias a la tecnología 3D para seguir su evolución. En este caso, el informe de la estación barcelonesa puntúa con un 6 sobre 10 el estado del fondo marino y su biodiversidad, atendiendo a diversos parámetros. «El plástico se ha convertido en un elemento artificial omnipresente en todo el Mediterráneo y de una forma habitual en las playas y en el mar. Se calcula que cada año el Mediterráneo recibe unas 0,57 millones de toneladas de plástico, que equivale a verter unas 33.800 botellas de plástico cada minuto. Si no se actúa desde todos los frentes este volumen de residuos plásticos se mantendrá al alza cuadriplicándose para el año 2050. El material plástico en casi todas sus formas y aplicaciones tiene efectos negativos para la vida marina, afecta a los procesos de la economía que generan riqueza, sobre todo en la pesca y el turismo, ensuciando nuestras costas y dando una imagen muy negativa sobre la calidad de nuestro entorno. A escala regional el impacto económico de la contaminación por plásticos se estima en 641 millones de euros al año, siendo el turismo el sector más afectado», señala el informe.
En concreto, de los 1.779,4 residuos por metro cuadrado detectados durante la elaboración del informe en la playa de la Mar Bella, gran parte son fragmentos de cristal particulado, seguidos de residuos de origen plástico y residuos de materia orgánica asociados todos a la actividad humana. «Esta cantidad de residuos detectados en el medio ambiente litoral evidencia el elevado nivel de contaminación que pone en grave riesgo la salud de nuestro entorno vital, de la naturaleza e incluso de nuestros cuerpos», añade el estudio.
Junto a esta realidad, el informe destaca la grave afectación de la contaminación en general sobre esta zona costera, que califica en un 9,5 sobre 10. Además de los efectos derivados directamente de la navegación y el calentamiento global (un 7 en ambos casos), la presión humana y los impactos naturales (un 6), las especies invasoras (5,5), la pesca deportiva (5) o la pesca profesional (2). «Organismos como caballitos de mar, peces, pulpos, sepias, además de otros seres muchos más primarios, forman parte de este maltratado ecosistema al que hemos cogido cariño y queremos mejorar y proteger. La premisa de ‘conocer es querer’ toma una gran fuerza y esa idea se transforma en un potente concepto para describir la voluntad que la gente que lo experimenta adquiere para cambiar las cosas y mejorar el mundo en que vivimos», prosigue el informe, que en este sentido apunta a la realización de una exposición fotográfica itinerante sobre el impacto de los residuos humanos en el mar para tratar de concienciar aún más a la población en la salvaguarda de este patrimonio natural menos conocido al encontrarse sumergido en el mar.