La Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED) ofrece su cuarta entrega de la serie que recuerda a los académicos más notables de su centenaria historia, en esta ocasión con otro de sus personajes ilustres: el reconocido oftalmólogo catalán Hermenegildo Arruga (1886-1972), pionero en la intervención de cataratas. Otras de las grandes figuras de la ciencia y el pensamiento que han formado parte de la RAED y que la actual Junta de Gobierno quiere agradecer, reconocer y reivindicar, en el convencimiento de que quien no tiene memoria, no tiene futuro. La selección de estos selectos académicos, de todos los ámbitos del conocimiento, es fruto de la investigación llevada a cabo para la publicación del «Libro del Centenario» de la Real Academia, editado hace ya tres años. Personalidades que trascienden su contexto histórico para aparecer hoy en día como referentes del saber.
Hijo del ya oftalmólogo Eduardo Arruga, Hermenegildo fue quien consolidó una reconocida saga que hoy en día, en su ya cuarta generación de dedicación a la salud ocular, mantiene y cultiva su prestigio. La actividad de Hermenegildo Arruga en la entonces Academia de Doctores del Distrito Universitario de Barcelona aparece recogida ya en los Anales de la institución que repasan los trabajos presentados entre los años 1945 y 1962, y su nombramiento como académico de honor está recogido en 1953, cuando ya era una figura predominante en la medicina española.
Doctorado en la Universidad de Barcelona, donde también completó su licenciatura, en 1926, Arruga completó su formación en París, Berlín y Lausana, aprendiendo de los principales especialistas internacionales del momento en oftalmología. Establecido en Barcelona, empezó su labor profesional junto a su padre en la clínica de Manuel Menacho en Barcelona y pronto destacó por implantar y mejorar técnicas que no se practicaban en España en distintas intervenciones.
También destacó en el diseño de instrumental quirúrgico oftalmológico específico, del que resalta la pinza capsular de Arruga, utilizada para la extracción de la catarata o cristalino opaco. Eso le llevó a compaginar su labor médica con la de numerosas conferencias en las que compartía sus avances. Asimismo, fue reconocido por numerosas instituciones médicas y académicas de España y del extranjero.
Su contribución a la salud pública y al conocimiento de su especialidad le llevó a ser reconocido como conde de Arruga, caballero de la Orden de Isabel la Católica, portador de la Gran Cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio y de la Gran Cruz de la Orden Civil de Sanidad y de la Medalla Goni, entre otras muchas distinciones de primer nivel.