José Ramón Calvo, académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED) y presidente de su Instituto de Investigaciones Interdisciplinarias, desarrolló el novedoso concepto de la «cronodieta» durante su intervención en las Jornadas Molinenses que este año ha celebrado en Arrecife la Academia de Ciencias, Ingeniería y Humanidades de Lanzarote, de la que también es miembro. Calvo participó con el trabajo «El reloj alimentario». El ponente expuso cómo el reloj biológico que tienen la mayoría de especies tiende a sincronizarse con los ciclos de la luz y oscuridad, aunque los humanos disponemos también de «relojes periféricos» que pueden verse afectados también por factores internos o externos. Eso significa que, por ejemplo, una dieta puede provocar un desajuste en los relojes celulares y acarrear consecuencias no deseadas. Los nutrientes pueden modular la expresión de determinados genes, regulados por el ritmo circadiano, lo cuales alterarán el comportamiento de la alimentación en el hipotálamo, que es el regulador de las sensaciones de hambre y saciedad, es decir el «apetitostato» del organismo.
«El ritmo circadiano también puede sincronizarse con la alimentación y la digestión ya que el intestino se mantiene activo durante el día, siendo ese el mejor momento para los procesos requeridos para la absorción eficiente de los nutrientes -expuso Calvo-. Cuando se producen cambios en los horarios de la alimentación se puede llegar a perturbar o interrumpir el ritmo normal de la función intestinal y subsecuentemente a ocasionar trastornos gastrointestinales». El académico explicó que hay dos hormonas, la leptina y la adiponectina, encargadas de regular la ingesta y que funcionan bajo los ritmos circadianos. La concentración de leptina se correlaciona positivamente con la grasa corporal total, el estado nutricional del individuo y el contenido de triglicéridos de los adipocitos. Actúa, por lo tanto, como un marcador de las reservas energéticas del organismo.
La concentración de leptina es mayor durante la noche que es cuando caen los niveles de adiponectina. El sueño y el momento en que éste se produce influye en la regulación de estas hormonas que controlan el hambre y la saciedad.
«La cronodieta trata de adaptar la composición de los alimentos a los ritmos biológicos del cuerpo -explicó Calvo-. No es casual que el comportamiento alimentario se vea condicionado por los neuromediadores responsables de proporcionar energía durante el día y descanso por la noche. Cada grupo de nutrientes tienen su momento mejor para cumplir su función según la hora en que son consumidos. Las más recientes investigaciones en este campo determinan que la alimentación es, junto con la luz, el sincronizador externo más importante de los ritmos circadianos de nuestro organismo».