Daniel Turbón
Catedrático emérito de Antropología Física de la Universidad de Barcelona y académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED)
Daniel Turbón, catedrático emérito de Antropología Física de la Universidad de Barcelona y académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), presentó en el Ciclo de Ponencias que celebró la Academia el pasado mes de enero en Barcelona y Madrid el trabajo «Las huellas de Adán y Eva», en el que señala el gran paso para la humanidad que supuso la aparición de los rasgos intelectuales y emocionales que separaron a la especie del resto de homínidos existentes hace unos 150.000 años. «La investigación científica de la diversidad biológica humana ha desvelado aspectos fundamentales de nuestro origen en el tiempo. La reorganización del cerebro, la aparición del habla humana, del crecimiento y desarrollo corporal debidos al bipedismo y su incidencia en el canal del parto, la necesidad de utensilios y del fuego para hacer viables a crías vulnerables en ambientes diversos, la aparición de la adolescencia que ningún otro animal experimenta, son algunos de estos factores. Así se adentró el ser humano en un ambiente propio, la cultura, con ayuda de la ciencia y de la tecnología», introdujo Turbón su trabajo.
Para el académico resulta clave en este proceso evolutivo la desvinculación de los efectos hormonales sobre las emociones, que permitieron que los humanos primigenios, los primeros Adán y Eva, fuesen capaces de elegir libremente lo que querían para sí mismos y lo que debían compartir con la sociedad. Serían individuos, como los actuales, capaces de transgredir preceptos y de sentir culpa, señaló. «En otras palabras, Adán y Eva despertaron como seres libres, esculpidos en roca biológica», sintetizó.
Turbón señaló como otro rasgo fundamental de la «humanidad» la capacidad de controlar el fuego, punto de inflexión crucial en la evolución, y más teniendo en cuenta que ningún otro animal puede hacerlo. «Un primate tropical como es el ser humano, y con crías dependientes, sin la utilización del fuego no puede sobrevivir ya no en un ambiente frío, sino en la misma sabana africana», explicó, para apuntar que la Cueva Wonderwerk, en la provincia del Cabo Norte (Sudáfrica), proporciona evidencia inequívoca de un incendio en la cueva durante la ocupación Achelense inicial, aproximadamente hace un millón de años. Esta es la evidencia segura más antigua de fuego en un contexto arqueológico.
Por otro lado, el académico remarcó un rasgo puramente humano en su desarrollo: la existencia de dos estadios más en la maduración y crecimiento que el resto de primates y mamíferos: la niñez y la adolescencia. «En los seres humanos hay conductas no adaptativas e incluso el suicidio, lo cual es un acto racional posibilitado por la evolución cerebral, que hace posible planificar y practicar conductas no asociadas a emociones. Es la base de la libertad humana», añadió.
«El ser humano es una especie biológica única, dotada con una capacidad muy desarrollada para el pensamiento simbólico, el lenguaje semántico-fonético, y con un complejo cuerpo de tradiciones conocido como cultura, una propiedad exclusiva del hombre. Hay una gran brecha que separa al ser humano del resto de los seres vivos. Ningún animal ha alcanzado las propiedades exclusivas del hombre de racionalidad y de la ética, las cuales solo emanan de la libertad y son impensables sin esta», concluyó Turbón.