Joan Francesc Pont, catedrático de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de Barcelona, académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED) y miembro de su Junta de Gobierno, participó el pasado 19 de febrero en la jornada de clausura del encuentro que la Escuela Europea de Humanidades celebró en el Palau Macaya de la Obra Social La Caixa, en Barcelona, bajo el título «¿Sirven los valores que hemos recibido?». Pont analizó junto al magistrado de la Audiencia de Barcelona Pascual Ortuño cómo construir los valores bajo la premisa que planteaba la organización: «Si los antepasados no nos han legado la manera de construir los valores porque los interpretaban como heterónomos, procedentes de Dios o de la misma naturaleza de las cosas, y ahora, en la situación actual, se tienen que vivir como autónomos, ¿cómo se tienen que construir? ¿Cómo podemos aprender a construir nosotros mismos los propios sistemas de motivación y cohesión? ¿Tenemos pistas u orientaciones para saber cómo hacerlo?».
En las sesiones, que se dividieron en dos días, también participaron Marià Corbí, doctor en Filosofía y epistemólogo; Josep Ramoneda, filósofo, periodista y reconocido gestor cultural; Daniel Gamper, filósofo; Gemma Pinyol Jiménez, politóloga experta en migraciones; Alejandra Boni Aristizábal, doctora en Derecho y catedrática de la Universidad Politécnica de Valencia; José Luis Villacañas, catedrático de Historia de la Filosofía; Koldo Saratxaga, ingeniero y emprendedor, y Joan Subirats, politólogo. Todos ellos reflexionaron en torno a la permanencia, actualización y construcción de los códigos de valores en las sociedades actuales.
«Nunca antes la especie humana había sufrido un cambio tan drástico, y en un espacio tan corto de tiempo, en sus maneras de supervivencia como el que estamos viviendo: tránsito de las sociedades preindustriales e industriales a las sociedades de innovación y creación continua, denominadas sociedades del conocimiento. Estamos pasando de unas sociedades estáticas, que durante milenios vivieron haciendo fundamentalmente lo mismo y repitiendo el pasado (las preindustriales), o pseudoestáticas (las industriales), que, a pesar de que cambiaron sus ciencias y tecnologías, se interpretaron como fijas porque pretendieron no tocar sus principios ideológicos y axiológicos, a unas sociedades dinámicas que tienden a vivir de la indagación y la creación continua en ciencias y tecnologías, en interacción mutua y, mediante éstas, de la creación sostenida de nuevos productos y servicios», señalaron los organizadores como punto de partida del debate.
En este cambio continuo, los cambios en las maneras de vivir afectan a los sistemas de valores recibidos de las religiones o de las ideologías, y especialmente conciernen a las generaciones más jóvenes. No se trata sólo de modos de vida o de percepción de la realidad, sino que sus consecuencias alcanzan a afectar y dañar seriamente el planeta.»Estamos pasando de sociedades basadas en la repetición y la sumisión a sociedades basadas en la innovación continua y la indagación y creación libre. Esto supone que estamos transitando de los valores recibidos de manera heterónoma hacia el hecho de tener que construírnoslos nosotros mismos autónomamente. Esta situación nos enfrenta a un problema que antes nunca habíamos tenido que abordar: construir nuestros propios sistemas de valores, nuestros proyectos axiológicos colectivos. Los antepasados no nos legaron cómo lo hicieron, porque, al interpretarlos como heterónomos, no fueron conscientes de que ellos mismos fueron, de hecho, los autores. Podríamos decir que en sus mentes y sentimientos tenían vedado investigarlos», concluyeron los organizadores.