Mateo Valero, doctor ingeniero en Telecomunicaciones y director del Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación, ingresó como académico de honor de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED) durante una solemne sesión que se celebró en la sede de la Real Corporación el pasado miércoles, 15 de junio. Junto a Valero ingresaron como académicos correspondientes extranjeros los doctores en Ingeniería Randy K. Avent (para Estados Unidos) y Hisham el Sherif (para Egipto). El acto pudo seguirse tanto de forma presencial como en streaming a través del canal de YouTube de la RAED, donde puede visionarse.
Mateo Valero leyó el discurso de ingreso «Reflexiones costumbristas de un científico de computadores sobre lo finito y lo infinito». Por su parte, Randy K. Avent presentó el discurso «The Role of University Research in Creating New Economic Markets» y Hisham el Sherif ingresó con el trabajo «My Journey…». Los tres fueron respondidos, en nombre de la Real Academia, por el académico de número y presidente del Instituto de Cooperación Internacional de la RAED José Ramón Calvo. La sesión estuvo encabezada por el académico numerario y presidente de la Junta de Gobierno Alfredo Rocafort.
El director del Barcelona Supercomputing Center, colaborador habitual de la Real Academia, evocó la importancia de la formación desde la infancia en un relato personal en el que recordó su infancia aragonesa. «En mi experiencia personal, he aprendido por igual de la sabiduría de los agricultores de mi pueblo, de mis primeros maestros, de mis profesores de los padres escolapios o de algunos de mis autores científicos favoritos, entre ellos Santiago Ramón y Cajal, que advertía: ‘Al carro de la cultura española, le falta la rueda de la ciencia’. Toda mi vida he estado alineado con esta frase y todo mi esfuerzo de investigación ha sido para ayudar a cambiarla», señaló.
Tras ofrecer al auditorio, como ha hecho a varias generaciones de ingenieros de Telecomunicaciones, los consejos y las lecciones que le ha ofrecido la vida misma, centrado en el trabajo y el esfuerzo, el nuevo académico de honor quiso concluir con una cita del premio Nobel de Literatura, Rabindranath Tagore: «Yo dormía y soñé que la vida era alegría. Me desperté y vi que la vida era servicio. Serví y comprendí que el servicio era alegría». «Esta máxima la aprendí yo de pequeño y la he intentado seguir siempre. Yo me considero un sirviente público y mi tiempo pertenece a la comunidad. Por ello he de aprovecharlo al máximo y sacarle todo el partido. El hecho de llevar a cabo este servicio de forma continuada me ha reportado siempre una enorme alegría, que he compartido con mi entorno», concluyó.
Por su parte, Randy K. Avent ofreció numerosos ejemplos de disrupción que han protagonizado, a lo largo de la historia contemporánea, quienes ahora son reconocidos emprendedores, y en este sentido destacó la importancia de la iniciativa tanto privada como pública en invertir en formación, desarrollo tecnológico y emprendeduría. «El crecimiento sólido de una economía requiere una combinación de empresas impulsadas por el consumo y la tecnología. Y desarrollar una estrategia nacional de investigación que proporcione la financiación de la investigación básica en las universidades que se centran en problemas complejos y estratégicos también puede proporcionar el conocimiento necesario para construir nuevos mercados económicos», señaló.
Finalmente, El Sherif también apeló a la memoria personal para recordar su trayectoria vital y científica que empezó en el seno de una familia media de su Egipto natal, un país al que ha visto crecer y ponerse al día al ritmo que él también progresaba en su carrera científica. «A lo largo de mi viaje, mi familia y amigos pensaron en mí como un adicto al trabajo. Mirando hacia atrás, me considero afortunado y agradecido de haber estado donde me habían dado la oportunidad de establecer o ser parte de iniciativas importantes. Algunas de las iniciativas no son mías, y no puedo reclamar ningún crédito por ellas, pero de la misma forma me da una sensación de gratitud haber contribuido a su éxito, aunque sea de forma menor. Un proyecto que ha estado cerca de mi corazón es la implementación de la reactivación de la Biblioteca de Alejandría en 1990″, recordó.