Albert Estrada, conservador jefe del Gabinete Numismático de Cataluña, miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Iberoamericana de Estudios Numismáticos y académico correspondiente de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), coordinó el XXXII Seminario de Historia Monetaria de la Corona de Aragón, que se celebró en el Museo Nacional de Arte de Catalunya entre los pasados el 23 y 25 de mayo. Organizada por el Gabinete Numismático de Cataluña, esta edición llevó como título genérico «Tresors monetaris a la Corona d’Aragó medieval i moderna» y contó con la participación de Miquel Sánchez Signes, del Departamento de Arqueología Municipal del Ayuntamiento de Llíria (Valencia); Maria Clua, del Gabinete Numismático de Cataluña; Àngels Casanovas, del Museo de Arqueología de Cataluña, e Isabel Moreno, del mismo museo. Además del propio Estrada, quien también intervino como ponente.
«Entre la diversidad de utilidades que se reconocen en la moneda destaca la de permitir acumular riqueza. La mayoría de las veces está en forma de depósitos monetarios temporales, ya sea en manos particulares, ya sea en las de las autoridades públicas. Esta temporalidad hace que la moneda guardada en un momento determinado vuelva a correr de mano en mano. A veces, sin embargo, algunos depósitos monetarios se pierden o no se recuperan y, entonces, en tanto que conjuntos cerrados de monedas, se convierten en tesoros en el sentido monetario y, en consecuencia, valiosos testigos arqueológicos», señaló Estrada en la presentación del seminario.
Para el académico, La noción de tesoro desde la óptica numismática no tiene nada que ver con el valor, la cantidad o la rareza de las piezas, sino en el hecho de constituir una porción intacta de la circulación y el ahorro de la moneda en un momento determinado. «La diversidad de tesoros en sentido numismático es muy amplia: algunos tienen miles de piezas grandes, mientras que otros sólo tienen unas pocas monedas pequeñas, fruto de un pequeño oculto o de la pérdida accidental de un monedero. No importa. Sea como fuere, todos aportan un inestimable volumen de información, que se añade al propio hallazgo de las piezas. De ahí se deriva el drama que representa la dispersión de un tesoro monetario», añadió.
En esta edición, el seminario se enfocó en cuatro ejemplos, muy distintos, de acumulación de monedas, y su escondite y su recuperación, total o parcial, muchos siglos después. En concreto, en las jornadas se expusieron los casos del tesoro del siglo XVIII de Sant Boi de Lluçanès, los florines de oro de Vic, los croatas barceloneses de Valencia y las monedas castellanas de la playa del Estanyol en Sitges. «El objetivo final es concienciar del alcance del concepto numismático de tesoro y su importancia en el conocimiento de la circulación de numerario en un momento determinado, más allá de las piezas encontradas», concluyó Estrada.