Martín García Cros, experto en técnicas pictóricas históricas, desvela en la Academia los secretos de la Escuela Veneciana

cuadro de Martín García CrosEl reconocido retratista Martín García Cros, experto en técnicas pictóricas históricas, impartió el pasado martes, 15 de octubre, la conferencia «La desaparecida técnica pictórica de la Escuela Veneciana. De Tiziano a Tiepolo», organizada por Jaume Armengou, secretario general de Escuela de Negocios IESE y académico numerario y presidente de la Sección de Ciencias Tecnológicas de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED) y celebrada en la Sala de Actos de Fomento del Trabajo Nacional, sede de la Real Corporación.

La sesión consistió en un taller en el que García Cros plasmó su explicación en varios lienzos sobre un caballete, centrándose en materiales y metodologías. Habló de la escuela veneciana de pintura, de su técnica y de sus pintores (Bellini, Giorgione, Tiziano, Tintoretto, Veronese, Caravaggio, El Greco, Velázquez, Constable, Tiepolo…) y realizó imprimaciones con yeso y blanco de plomo, con tierras rojas de óxido de hierro y otros materiales que se han venido usando en la pintura a lo largo de los siglos.

Asimismo, el artista preparó temples al huevo y pintó con grisallas al temple. «Como dijo Tiziano, treinta barnices no serán suficientes», explicó mientras aplicaba imprimaciones y preparaba óleos con pigmento y aceite de lino y de nueces para pintar con ellos como lo hicieron a lo largo de la historia maestros de diferentes escuelas y tradiciones. En algún caso compartiendo técnicas; en otros, reservándolas con celo.

En la sesión se visualizó cómo es posible dibujar sobre una imprimación con el palo de un pincel, de modo que un pintor del que se dice que no dibujaba sí lo hacía, aunque sin dejar traza. De este modo, técnica a técnica, se fue desvelando el detalle de las metodologías de la Escuela Veneciana. Quedó sembrada la duda sobre la validez de las verificaciones de autorías de pinturas clásicas. Algo que es conocido entre expertos y que los neófitos no pueden ni imaginar.