«Hace cuarenta años, muchos teóricos esperaban la inminente llegada de la única y verdadera «teoría del todo», que respondería a todas nuestras inquietantes preguntas. Necesitamos desesperadamente una nueva generación de soñadores, de jóvenes científicos que se conviertan en los próximos impulsores y agitadores de la física.»
Extracto del artículo “Retos de la cosmología y física de partículas en tiempos difíciles”
Retos Vitales 2021
El proyecto Retos Vitales para una nueva era cuenta con la inestimable participación de académicos de la Real Academia Europea de Doctores y de colaboradores destacados. En cada edición anual, todos ellos aportan su conocimiento en distintas áreas del saber. En esta ocasión, la RAED y su Fundación propusieron a tres de sus académicos de honor, premios Nobel, relatar su camino hacia la excelencia.
Las historias personales son importantes. Nos ayudan a poner en contexto las historias profesionales. Nuestros invitados, los profesores Aaron Ciechanover, Erwin Neher y Richard Royce Schrock, científicos merecedores del premio Nobel, nos contaron sus «historias» a bordo del barco Endeavour II, durante la Expedición Científica a Islas Galápagos, Ecuador, organizada por la RAED del 25 de agosto al 6 de septiembre de 2022, y que ahora reproducimos en este libro.
Así, el Dr. Ciechanover nos cuenta que creció en el seno de una familia judía cuyos miembros escaparon de Polonia antes del Holocausto y que, antes de dedicarse a la bioquímica, fue médico de combate militar y cirujano; pero él, nos relata, «quería comprender –quizás ingenuamente– cómo empiezan las enfermedades». Por su parte, el Dr. Neher creció fascinado con la idea de que hay electricidad en nuestro cuerpo. Y el Dr. Schrock empezó a interesarse por cómo funcionan las cosas, «cómo la ciencia explica el crecimiento de las plantas, todas las cosas que había a mi alrededor, esos fósiles… ¿De dónde venían, estando en medio de Indiana?», se preguntaba.
En una ocasión, el Dr. Richard J. Roberts afirmó que «lo mejor de ser premio Nobel es que la gente te escucha», así que la RAED también ha contado con la aportación de este cuarto nobel y académico de honor, que contribuye con un reivindicativo artículo al reto de alimentar a una población en crecimiento sin alimentar el calentamiento global.
En los siguientes relatos –«Sinfonía de la vida», «El cosmos de las señales» y «Un gran paso hacia la química verde»–, tres investigadores, premios Nobel, nos cuentan cómo la curiosidad enfocó sus trayectorias profesionales y cómo han contribuido, cada uno en su campo de la ciencia, a comprender la vida.
Valgan sus experiencias vitales e investigación de excelencia para iniciar este Retos Vitales 2023: humanismo tecnológico y relisiencia.
Dr. Aaron Ciechanover
Premio Nobel de Química 2004.
Académico de Honor de la RAED
Nací en octubre de 1947 en la Palestina Británica. Un mes después, las Naciones Unidas lo reconocieron como el estado judío de Israel, el cual fue formalmente declarado en mayo de 1948.
Crecí en una familia judía cuyos miembros escaparon de Polonia antes del Holocausto. Los valores en los que me crié fueron fuertemente socialdemócratas y liberales. Mi padre era abogado y mi madre profesora de inglés. Recibí toda mi educación en Israel. Como una típica familia judía, mis padres querían que yo fuera médico. Entonces, siendo un hijo obediente, fui a estudiar Medicina en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Tras graduarme, ejercí como médico de combate militar durante tres años en las Fuerzas de Defensa de Israel, un requisito para casi todos en este país (las mujeres sirven dos años). Uno puede servir después de adquirir una profesión que el ejército necesita, o inmediatamente después de secundaria.
Así pues, me gradué de la Facultad de Medicina y me convertí en médico de combate militar. Este fue el año en que estalló la guerra de 1973. Completé mi servicio bajo el trauma por la guerra y decidí convertirme en cirujano e inicié un corto viaje a la cirugía. […]
Sería un placer compartir con vosotros cuáles fueron los logros que nos hicieron ganar el premio Nobel. Hago esto con la expectativa de que os pueda convencer que cualquier progreso en investigación fundamental, como nuevas perspectivas sobre el funcionamiento del cerebro humano, nuestro cuerpo y la influencia de las leyes naturales sobre nuestro entorno, pueden amplificar nuestro potencial para tener una vida mejor.
En este sentido, quisiera decir brevemente lo que me motivó para realizar este tipo de investigación, que resultó en el premio Nobel, y también mencionar lo que treinta o tal vez cuarenta años después ha resultado de nuestros descubrimientos, del progreso en el conocimiento básico que logramos.
Eso empezó cuando aún estaba en secundaria. Yo estaba fascinado con la idea de que hay electricidad en nuestro cuerpo. Cuando era un niño joven me gustaba desmontar relojes y diseccionar radios, etc. Estaba fascinado con la electricidad en general y con la idea de que señales similares existan en nuestros cerebros, que llegan desde la cabeza a los pies.
Así que, decidí convertirme en biofísico, una disciplina que combina biología y física para un mejor entendimiento de lo que ocurre en nuestro cuerpo. […]
Premio Nobel de Fisiología o Medicina 1991.
Académico de Honor de la RAED
Premio Nobel de Química 2005.
Académico de Honor de la RAED
Debo recordarles que ganar un premio Nobel es una cosa muy poco común. Y no voy a decir lo que hice para conseguirlo, pero sí el camino que me llevó a ello. Ya que muchos estarán interesados en escuchar esta extraña historia.
Yo nací en Estados Unidos en 1945, concretamente en Indiana; al cumplir un año me mudé a una ciudad cercana, llamada Decatur Indiana, donde crecí durante 14 años, los primeros 14 años de mi vida.
Mis padres eran granjeros. No terminaron secundaria porque no les dejaron, los mandaron a trabajar en la granja. La persona que les obligó era el líder de la iglesia, a la que iban regularmente. Y así pues, hice lo que muchos niños en Indiana hacían, salir a jugar a fútbol, baloncesto, béisbol, entre otras cosas. Vivíamos en una casa humilde que renovó mi padre a las afueras de la ciudad, donde tenía acceso a muchos sitios para explorar.
Mi madre era una mujer muy lista. Pensar que se le negó una educación me enfadaba bastante. Pero sí es verdad que finalmente terminó secundaria cuando yo terminé, en 1963. Pero eso es una historia para otro momento.