Joaquín Callabed
Presidente del Club de Pediatría Social y académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED)

Joaquín Callabed, presidente del Club de Pediatría Social y académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), comparte con la comunidad académica sus reflexiones e imágenes tomadas por él mismo sobre lo que ha significado a lo largo de la historia y sigue significando para el ser humano su reencuentro con la naturaleza y las tradiciones primigenias de cualquier cultura.

Un retorno al campo

La  añoranza por la vida en el campo viene de antiguo. Ptolomeo II Filadelfo era el poderoso rey de Alejandría en la primera mitad del siglo III a. C. Se lamentaba de que no podía disfrutar de los placeres sencillos de sus súbditos, a los que veía recostados tranquilamente  en la ribera del Nilo. Había nacido el sentimiento bucólico. Por la misma época surgió el género de la poesía bucólica. Un poeta griego oriundo de la isla de Sicilia llamado Teócrito, compuso unos poemas llamados «Idilios». Viviendo en la superpoblada polis de Alejandría, añoraba e idealizaba la vida sencilla de los pastores en el campo. Dos siglos después, Virgilio escribió diez poesías bucólicas: las «Églogas», modelo de bucolismo para la cultura occidental.

Un tópico literario, el «beatus ille», confiere ropaje artístico a este impulso. Fue cultivado en las letras latinas por Horacio, Virgilio y Séneca y en la poesía moderna por Garcilaso de la Vega y Fray Luis de León.

¡Qué descansada vida
la del que huye el mundanal ruido
y sigue la escondida
senda, por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido!

(Fray Luis de León, oda «Vida retirada»)

En el siglo XIX el filósofo y escritor americano Henry David Thoreau se retiró a vivir dos años a una cabaña del bosque en Concord. Relató su experiencia en su libro «Walden o mi vida entre bosques y lagunas». Está en el origen del movimiento Simple Living. Postulaba que las necesidades básicas del hombre son fáciles de satisfacer, al igual que los epicúreos romanos sostenían que era posible «vivere parvo», vivir con poco. Para Thoreau, la naturaleza ofrece un medio idóneo para alcanzar la felicidad, lejos de los inconvenientes materiales y morales de la ciudad.

Otras corrientes y escuelas de pensamiento han desarrollado posturas afines al bucolismo como el krausismo, con su panteísmo naturalista; la Institución Libre de Enseñanza, que promovía las excursiones al campo como metodología docente; los movimientos Beat y Hippy; el ecologismo y su implementación política (los partidos verdes). También encontramos una actitud bucólica en los deportes practicados en la naturaleza, como el senderismo, el turismo rural, la existencia autoconsciente o Mindfulness, el gusto por una vida lenta y sencilla (Slow Living y Downshifting), el éxito de los huertos escolares y urbanos y, en definitiva, en la añoranza generalizada por la vida en el campo.

El Downshifting implica disminuir las horas de trabajo, aun a costa de reducir los ingresos en la misma proporción. Supone también consumir menos y dedicar más tiempo al ocio y al disfrute de los placeres sencillos de la vida, especialmente en contacto con la naturaleza.

El bucolismo, que surgió como género literario, ha acabado por conformar una actitud vital. La búsqueda de campo y el hastío de ciudad son tendencias naturales del hombre. Pero se manifiestan especialmente en épocas de carestía económica, desarrollismo urbano y epidemias.

 

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