Pedro Nueno
Titular de la Cátedra Fundación Bertrán de Iniciativa Empresarial de la Escuela de Negocios IESE
Presidente de la Escuela de Negocios Internacional China-Europa
Académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED)
Artículo publicado en La Vanguardia (5 de abril de 2020)
El maldito coronavirus empieza a perder su guerra con nosotros pero le quedan muchos a los que puede atacar. Mis colegas más amigos americanos y africanos están muy preocupados. Cuando en diciembre del 2019 se hicieron los presupuestos para el 2020 se preveía una mejora, no mucha porque los expertos prefieren ser poco optimistas y que la realidad sea mejor, que ser muy optimistas y que la realidad sea peor. Pero ¿qué nos debe preocupar más? Sobre todo las personas. Las personas son lo más importante en las empresas e instituciones. Los coronavirus se han comido una buena parte de los beneficios del 2020, en muchos casos más que los beneficios previstos y a los mercados les costará un poco arrancar. Lo fácil sería decir: «Si reducimos la plantilla, llegaremos antes a los resultados positivos». Pero, ¿podríamos encontrar soluciones para retener a las personas? He visto a empresas experimentar para retener a las personas: variabilizar las compensaciones, acortar la jornada o el turno y reducir en proporción, la compensación, pero manteniendo la plantilla. También he visto una empresa que ha aprovechado el momento para comprar otra pequeña con un producto interesante del que no sacaba partido pero que integrándolo, con su red de distribución internacional, incrementaría las ventas. Quizás la empresa pequeña no habría sobrevivido a la crisis, pero integrada en la otra mantendría a todos sus empleados e incluso alguno más.
Pensemos en positivo. Leo artículos horribles pronosticando situaciones tan difíciles que algún empresario pensará: «Ojalá me contagie fuerte el coronavirus». Somos un país competitivo. Tenemos trabajadores, mandos intermedios, técnicos, investigadores, directivos, del mejor nivel europeo. Podríamos haber hecho mucho más a nivel internacional. Hagamos ahora un cierto sacrificio de puesta en marcha con ilusión y entusiasmo. Los mercados estarán un poco anestesiados, pero con ilusión y entusiasmo los podremos despertar agradablemente. España tiene buenos amigos en el mundo y China, por ejemplo, se está portando muy bien con nosotros. La relación que mi escuela en España, IESE, tiene con mi escuela de China, Ceibs, ha sido un puente excelente. Profesores, empleados, empresarios exalumnos de Ceibs, nos han donado miles de mascarillas y trajes sanitarios a España. El profesor español Juan Antonio Fernández, que lleva más de 10 años en China y ahora dirige el programa máster de Ceibs, el profesor Zhang Weijiong, vicepresidente de la escuela, mis colaboradoras Shirley Xiao y Fay Nanyin, todos ellos han donado mascarillas a España. Un empresario chino ha donado mascarillas y trajes sanitarios. Me dice que está agradecido a nosotros en Iese.
Pero no olvidemos a compañías como Iberia y quienes las lideran (Antonio Vázquez) en estos momentos tan complicados. Iberia ha traído desde China toneladas de productos para el servicio médico. Y ¿quién querría ser ministro de sanidad ahora? Tenemos a Salvador Illa, que debe tener noches muy cortas y que ha de tomar decisiones que luego serán criticadas y publicadas, sobre temas de los que no hay datos completos, historia o prácticas habituales. Además, todo esto cuesta dinero, comprar, transportar, distribuir y, cuando hablamos de cuidar a millones de personas, hablamos de muchísimos millones de euros, que nadie tiene guardados en ningún sitio pero que alguien lo tendrá que prestar.
Las personas son lo más importante: empresarios, políticos, trabajadores. Evitemos contagiarnos. Pocos países recetan el confinamiento, pero en China, con disciplina, funcionó. Practiquémoslo con sentido común aunque a algo hemos de salir. Formemos un buen equipo. No somos perfectos, pero luchando juntos venceremos el coronavirus.