Oriol Amat reflexiona sobre liderazgo en un artículo publicado por ‘L’Econòmic’
Oriol Amat, decano de la Barcelona School of Management de la Universidad Pompeu Fabra, expresidente, vicepresidente y fundador de la Asociación Catalana de Contabilidad y Dirección y académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), reflexiona sobre la gestión y el liderazgo en la empresa en el artículo «Què s’espera de les persones que lideren?», publicado por «L’Econòmic», el suplemento de economía del diario «El Punt Avui», en su edición del pasado domingo, 9 de febrero.
Para el académico, los objetivos clásicos de crecimiento y beneficio han mutado en los últimos años hacia conceptos como la sostenibilidad y la empatía con trabajadores y clientes, en un cambio que podría definirse como coyuntural y que deben tener muy en cuenta tanto los propios gestores como los órganos de gobierno de la empresa o las juntas de accionistas.
«Hasta hace poco, los líderes de éxito eran personas que conseguían que sus organizaciones alcanzaran sus objetivos, que, normalmente, eran de crecimiento. En el caso de empresas, por ejemplo, se trataba de aumentar los beneficios y el valor de las acciones. En el caso de una organización no lucrativa, el crecimiento era en socios. Y en los gobernantes sería ocupar el cargo durante muchos años. Y casi siempre, los objetivos justificaban los medios. Se miraba hacia otro lado si para alcanzar los objetivos se perjudicaba gravemente a los empleados, o se hacían prácticas poco éticas, o incluso ilegales, como perjudicar el medio ambiente o sobornar o maltratar personas. Por suerte, esto está cambiando. Día a día ganan peso los objetivos de bienestar global. El objetivo de crecimiento se está sustituyendo por el deseo de mejorar la sostenibilidad del planeta, los territorios, las organizaciones y las personas. Por ello, los líderes hoy ya esperan contribuciones diferentes», considera Amat.
Amat explica que, en el camino hacia la sostenibilidad, para valorar a un buen gestor ahora se valora si ha contribuido al objetivo de cambio climático, a la descarbonización o la reducción del consumo de plástico, por ejemplo. En cuanto al impacto en las organizaciones, se trata de ver qué ha conseguido en relación con clientes, proveedores y otras partes relacionadas. Y también es relevante cómo se han conseguido los objetivos. Y en relación con las personas, hay que ver si el líder ha puesto su granito de arena para mejorar su vida. Por ejemplo, si ha contribuido a que los empleados tengan un trabajo de calidad que les ayude a vivir la vida que sueñan y a que sean mejores personas.
«Liderar no es fácil. Pocos líderes terminan su mandato con el mismo prestigio que cuando lo empezaron. Para valorar la obra de un líder no debemos mirar sólo cuántos beneficios ha conseguido o cuántos años ha estado al cargo. Muchos lo hacen destrozando la sostenibilidad y arruinando la vida de sus empleados, proveedores o adversarios políticos. Nelson Mandela decía que los verdaderos líderes deben estar dispuestos a sacrificarlo todo por su gente. Por ello, de un líder hay que preguntarse cuál ha sido su contribución a un mundo mejor y qué ha hecho para que las personas aprendan, crezcan y vivan una vida con más sentido», concluye el experto.