José María Baldasano
Catedrático emérito de Ingeniería Ambiental de la Universidad Politécnica de Cataluña, consultor del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED)
José María Baldasano, catedrático de Ingeniería Ambiental de la Universidad Politécnica de Cataluña y académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), presentó en el Ciclo de Ponencias que celebró la Academia el pasado mes de enero en Barcelona y Madrid el trabajo «¿Qué se discutió y acordó en la COP26?», en el que aborda las conclusiones alcanzadas en el COP26 celebrado en noviembre de 2021 en Glasgow en el marco de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. La cumbre debía articular el modelo global para poner en marcha el Acuerdo de París, que limitó el incremento de la temperatura de la Tierra a 1,5º C, priorizando el horizonte 2030 y esbozando el del año 2050.
«Lo ocurrido en la COP26 de Glasgow refleja bien el tipo de ambivalencias en las que nos movemos: entre la inercia y la urgencia del cambio, entre la evidencia científica y los intereses económicos inmediatos, entre las necesidades y el poder real de intervención y los intereses geoestratégicos de los estados y entre el aumento de la población mundial, el consumo de energía y el desarrollismo. Como positivo se debe valorar que se mantuvo el objetivo de que el aumento de la temperatura sea inferior a 1,5º C, aunque ya estamos a 1,2º C, pero los planes y acciones tomadas para poderlo alcanzar son claramente insuficientes», resume el académico en la introducción al trabajo.
Baldasano considera que si bien se alcanzaron acuerdos y compromisos importantes, como el abandono del uso del carbón como fuente energética, frenar la deforestación, acelerar el proceso de transición energética y definir los mecanismos del mercado del carbono, las concreciones son ambiguas, no cuantificables, voluntaristas o no vinculantes, lo que a su entender supone una falta de credibilidad y de firmeza entre los firmantes, además de la inexistencia de mecanismos de control rigurosos.
«Hubo un avance claro con las decisiones tomadas con respecto a las conferencias anteriores, pero totalmente insuficiente frente al reto de la emergencia climática que avanza exponencialmente. Los resultados obtenidos pecan de falta de ambición y de coherencia. Reflejan bien los intereses geopolíticos de los diferentes países y bloques existentes. En consecuencia, el balance debe ser valorado como negativo e insuficiente», señala el experto.
El académico concluye citando las conclusiones, ambivalentes, del secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, respecto a los acuerdos alcanzados: «Es un paso importante, pero no es suficiente. Debemos acelerar la acción climática para mantener vivo el objetivo de limitar el aumento de la temperatura global a 1,5º C. No hemos conseguido estos objetivos en esta conferencia. Pero tenemos algunos elementos para avanzar».