Joan Francesc Pont, catedrático de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de Barcelona, académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED) y miembro de su Junta de Gobierno, participó entre los pasados 10 y 13 de octubre en las conferencias que tuvieron lugar en Lieja (Bélgica) con motivo del 50 aniversario del Centro de Acción Laica de Bélgica. La cita realizó un llamamiento a los defensores de los Derechos Humanos para promover el secularismo como un principio universal, garante de las libertades individuales y la libertad de expresión, coexistencia pacífica de opiniones filosóficas y creencias religiosas.
En las jornadas participaron una cincuentena de intelectuales que reflexionaron sobre la materia, articulada en tres grandes bloques: «Del derecho a la Filosofía a la filosofía del Derecho», «Populismo, radicalismo y compromiso» y «Mañana, laicidad». Junto a las numerosas reuniones y discusiones se celebraron tres representaciones teatrales, una exposición dedicada a Charles Darwin, dos conciertos y la proyección de varias películas premiadas en el último Festival de Cine de Cannes.
Los participantes coincidieron en la necesidad de reforzar la defensa de los derechos fundamentales y promover el secularismo como principio universal, garantizando la libertad individual y la coexistencia pacífica de opiniones filosóficas y creencias religiosas. «En un mundo que se ha convertido en una aldea global, nuestras sociedades se enfrentan a desafíos socioeconómicos sin precedentes, entre los que predominan los problemas migratorios, climáticos y digitales».
«Por otro lado, el progreso ético, dado por sentado, está siendo desafiado por corrientes políticas extremistas o movimientos dogmáticos religiosos que actúan de una manera cada vez más desinhibida. En Europa y en el mundo, los derechos fundamentales, producidos por pequeñas victorias o grandes revoluciones, siguen siendo frágiles», señala el documento final del encuentro.
La laicidad que abandera el Centro de Acción Laica de Bélgica se basa en el principio de imparcialidad de las autoridades públicas y garantiza el ejercicio de todos los derechos y libertades, independientemente de su origen, creencias o cualquier otra distinción. Es un principio fundador de la democracia y un elemento esencial de la convivencia pacífica que tiene como objetivo encontrar un lugar para asentarse entre los valores fundamentales universales. En esta línea, esta organización que cumple medio siglo de actividad incansable lucha contra la discriminación, por la igualdad y la implementación de políticas de solidaridad que aseguren la cohesión social y la emancipación de los ciudadanos desde la libertad.