
Dra. Teresa Freixes
Teresa Freixes, catedrática Jean Monnet ad personam, presidenta de la organización internacional Citizens pro Europe, vicepresidenta de la plataforma ciudadana Sociedad Civil Catalana y académica de número y vicepresidenta de la Junta de Gobierno de la Real Academia Europea de Doctores (RAED), reflexiona sobre la actualidad política española e internacional en los artículos «La Comisión de Venecia se posiciona claramente», «Del discurso del odio al delito del odio», «Puro relato, puro teatro», «Bajo la bota», «Moción de censura instrumental: no es tan fácil», «Se creen Mandela» y «9 de noviembre: aniversario de la caída del muro de Berlín«, publicados entre los meses de octubre y noviembre en el portal especializado Artículo 14 y los diarios digitales The Objective y El Imparcial.
En «La Comisión de Venecia se posiciona claramente», la experta recuerda que este organismo consultivo y asesor del Consejo de Europa ha emitido recientemente dos dictámenes críticos con el Gobierno de España en relación con la ley de la Amnistía y el modelo de elección de los miembros del Consejo General del Poder Judicial. «¡Quién nos lo hubiera dicho! Que un Estado como España, considerado modélico por su transición a la democracia y sus aportaciones a la integración europea, necesitara acudir repetidamente a un órgano especializado europeo, debido a los problemas jurídico-constitucionales derivados de las actuales tensiones políticas, era impensable hace pocos lustros», señala.
Por su parte, en «Del discurso del odio al delito del odio», alerta sobre prácticas de protesta violenta y deshumanización del otro que se están produciendo en España con el beneplácito o la aprobación directa de los representantes institucionales. «Es lamentable que entre los contextos en los que el discurso de odio, tanto en su vertiente populista como en la vinculada al nacionalismo, se está profusamente manifestando, sean precisamente el universitario o el de la cultura, los que más alejados, por su propia naturaleza, tendrían que estar de tal perversión. Aunque ello no es nuevo. Hanna Arend, en su obra ‘Los orígenes del totalitarismo’, nos sienta frente a cronistas oficiales, colegas universitarios y demás comparsas con crudas palabras: ‘Su aspecto científico [el del totalitarismo] es secundario y surge, en primer lugar, del deseo de proporcionar argumentos contundentes y en segundo lugar porque su poder persuasivo también alcanza a los científicos que dejan de interesarse entonces por el resultado de sus investigaciones, abandonan sus laboratorios y corren a predicar a la multitud sus nuevas interpretaciones de la vida y del mundo'», explica.
En «Puro relato, puro teatro», Freixes critica lo que considera un mercadeo entre el Gobierno y Junts para que la formación soberanista permita la gobernabilidad a cambio de exigencias como la oficialidad del catalán en la Unión Europea. «Están utilizando asimismo el argumento de que casi nueve millones de catalanes son discriminados por la UE, por culpa del muy antipatriota Partido Popular, cuando existen estados miembros con mucha menor población cuya lengua sí tiene ahí carácter oficial. Cierto, se trata de estados miembros que lógicamente tienen su lengua oficial, sea cual sea su tamaño poblacional y, por ello, de acuerdo con las normas europeas en vigor, esa lengua tiene carácter oficial en las instituciones europeas. Si al número de hablantes tuviéramos que referirnos, tendríamos que oficializar el árabe, el turco o el ruso, porque son millones quienes, en el seno de la UE, tienen alguna de esas lenguas como lengua materna», considera.
La académica dedica el artículo «Bajo la bota» a desmentir la imposición por parte de las Fuerzas Armadas de diversos artículos en la Constitución Española. «No contiene la Constitución ninguna cláusula ajena al constitucionalismo democrático. La integridad territorial constituye un principio que, salvo excepciones muy contadas que hoy no procede examinar aquí, está presente en todos los estados. Incluso la Unión Europea la regula, aunque no tenga [todavía] unas Fuerzas Armadas propias que la puedan garantizar, en última instancia, como competencia de los estados miembros que la UE debe respetar», argumenta.
En «Moción de censura instrumental: no es tan fácil», la académica expone las dificultades para convertir la figura de la moción de censura al Gobierno en una estrategia para convocar elecciones anticipadas. «La Constitución optó por el modelo alemán de moción de censura constructiva. Se la denomina así porque no basta con presentarla y votarla, como sucede, por ejemplo, en Italia o en el Reino Unido, sino que, al presentarla, el escrito de solicitud tiene que contener el nombre del candidato alternativo a la presidencia del Gobierno. Si la cámara la aprueba por mayoría absoluta, el candidato propuesto es nombrado directamente presidente del Gobierno por el Rey. Como es fácil de adivinar, es más difícil presentar una moción de censura constructiva, es decir, que contenga un candidato a presidir el nuevo Gobierno, que una moción de censura ordinaria, sin candidato alternativo. En Francia e Italia, donde la censura no es constructiva, las mociones de censura son numerosas. En Alemania, donde sí lo es, las mociones de censura son escasísimas y en España, de seis mociones presentadas, sólo una prosperó, contra Mariano Rajoy, formándose el gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos presidido por Pedro Sánchez«, explica.
En «Se creen Mandela», la presidenta de Citizens pro Europe constata cómo el independentismo ha ido perdiendo todas sus batallas judiciales en Europa. «Los dirigentes del golpe de 2017 contra la democracia acuden una y otra vez al Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) pretendiendo ser víctimas de un Estado que no respeta sus derechos. Acuden una y otra vez, pero no han ganado ni uno solo de los casos en los que han intentado que España fuera condenada por violación de derechos. La mayor parte de las demandas presentadas no han sido admitidas a trámite y, en el primer caso que ha llegado a sentencia en el TEDH, han comprobado que sus ansias de parecerse a Mandela han quedado en saco roto», concluye.
Finalmente, en «9 de noviembre: aniversario de la caída del muro de Berlín», la jurista rememora el final de la división de Alemania y alerta del riesgo de que se levanten nuevos muros ideológicos. «Aunque parezca que la modernidad impide que cosas semejantes se repitan, hay que ser conscientes de que no estamos inmunizados. Y de que no podemos dejar que se vayan construyendo más muros divisorios, porque el desastre puede estar penetrando entre nosotros. Por lo invisibles al ojo humano, estos muros mentales son incluso más peligrosos y rechazables que los muros físicos. ¿Cómo hacerles frente? ¿Cómo vacunar a la ciudadanía para que no sucumba ante ese socavamiento moral? ¿Cómo lograr que no tenga que ser calificado de valiente el rechazo a ese apartheid que está implícito en la configuración de los míos y los tuyos? Porque, hoy en día, es mucho más fácil seguir la corriente frentista implícita en el muro mental que se viene instaurando entre nosotros que denunciarla, oponerse a ella y, pese a ser objeto de descalificaciones e insultos, mantenerse como ciudadanos libres e informados, conscientes de lo que significa el voto en democracia, activos socialmente y prestos a defender los valores sobre los que sobran muros, vallas y, sobre todo, reservas mentales periclitadas», zanja.