Joaquim Gironella, reconocido urólogo, codirector médico del centro Laser Medical Rent, académico correspondiente de la Real Academia de Medicina de Cataluña y académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED) y miembro de su Senado, aborda los retos que supone para la medicina la convivencia con el pensamiento posmoderno y todas sus implicaciones en el artículo «La medicina en la posmodernidad», que presenta a la comunidad académica. Gironella define los términos de la posmodernidad desde un punto de vista filosófico y social y detalla sus correlatos en la práctica de la Medicina.
«En los códigos de vivencia del posmodernismo no existe la verdad, no existe el sujeto, no existe la realidad, no existe la lógica ni las identidades. El mundo es un discurso, donde se reconfigura el mundo, se desmonta la forma de pensar. Se ponen de relieve otros estratos y facultades de la naturaleza humana, aparte de la razón, como los sentimientos, la memoria, el instinto… que participan igualmente en la formación concreta y temporal de la sociedad. Aparecen nuevas perspectivas psicológicas con anhelo de protagonismo. Se abrazan las emociones, se busca lo instantáneo, se ensalza el hedonismo y el narcisismo acapara la escena de la existencia: ¡Hay que ser imperiosamente felices! Es la manifestación de un sobrevalorado ego seguro de sí mismo e intensamente crítico con los ideales de la modernidad. Se desconfía del instinto y de la autoridad. Aparecen contradicciones, se desconfía del capitalismo. La sanidad se contempla como un mercado y es objeto de consumo», inicia el académico su reflexión.
Para Gironella, este nuevo pensamiento, que ha calado hondo en las sociedades occidentales actuales, abraza el denominado relativismo moral, para el cual no existe una verdad absoluta. En este contexto, señala, no existe el ser humano más que en clave biológica, como una expectativa o posibilidad de género. El académico destaca cómo estas sociedades aparentan tolerancia, pero al mismo tiempo se visualizan situaciones que se han normalizado como el fraude, el rechazo encubierto de la gente mayor y un adanismo que se manifiesta por la reprobación o cuestionamiento de cualquier materia, incluido el área médica. En este punto, y a modo de ejemplo, señala la sustitución del sexo biológico por elegirlo a la carta, la dieta mediterránea por el veganismo, el derecho a una muerte digna por la dignidad de la vida o las prácticas pseudonaturales por la vida saludable.
«La hipermodernidad fomenta la cultura del subjetivismo y de la banalización que se exterioriza con la simplificación de nuestros argumentos. Los valores son cuestionados o rechazados por discutibles. Las dudas son colectivas, las personas se hacen cada vez más individualistas y narcisistas al no quedarle grandes relatos para trascender. Solo queda el cuerpo y el ahora, que se transmuta en un sujeto altamente consumista y técnico. Con la posmodernidad, el ejercicio médico del profesional se encuentra especialmente sometido a la intromisión de las leyes de oferta y demanda de un mercado global, en donde interaccionan diversos actores de intercambio de bienes y servicios, entre ellos los servicios sanitarios corporativos y las leyes que banalizan el cometido principal de la medicina, como es la promoción de la salud», concluye.