Paola Bilancia, catedrática de Derecho Público en la Universidad de Milán, propone el ejercicio de la democracia continua, un concepto que trasciende el actual modelo de democracia representativa, sentando las bases de una sociedad que se exprese de forma plural y continua en todos los ámbitos de decisión, desde la Administración a la gestión de escuelas o lugares de trabajo. Bilancia defendió esta tesis durante el III Acto Internacional de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), que se celebró entre los pasados 15 y 22 de julio en diferentes capitales del Báltico y en el que participó con el trabajo «La crisi della democrazia rappresentativa».
Para Bilancia es una evidencia que la democracia representativa está en crisis en las sociedades occidentales, como ponen de manifiesto la irrupción de populismos que ponen en duda el sistema. Ante eso, considera, cabe realizar una amplia reflexión y emprender medidas que superen el actual modelo. «No es la democracia en sí la que está puesta en duda, sino la forma de representación que esta tiene -considera la catedrática- Los ciudadanos exigen un nivel de participación en sus derechos y deberes que esta forma de organización de la sociedad no puede ofrecer».
Bilancia pide llevar la democracia más allá de la elección de representantes políticos para que ésta se pueda ejercer de forma directa y continua en todos los ámbitos de decisión. «El desarrollo completo de la democracia en un sistema nacional no se basa sólo en la representación política y la aplicación de las instituciones tradicionales de la democracia directa, sino también en la participación de los ciudadanos en las decisiones que les afectan y en los espacios en los que poder ejercer estos derechos: en las escuelas, en las fábricas y en diferentes formaciones sociales», explica.
Entre los mecanismos para ejercer esta democracia continua de forma efectiva y, sobre todo, con plenas garantías, Bilancia propone una firme apuesta por la concienciación y la formación de la sociedad para que ejerza de forma responsable sus derechos y la puesta en marcha de mecanismos participativos como pueden ser los que ya ofrecen las nuevas tecnologías. «La e-democracia tiene que ser una realidad y es necesario que nadie se quede fuera de ella», concluye.