Francisco Javier Garrido, reconocido experto en gestión y estrategia empresarial y académico correspondiente para Chile de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), ha presentado el trabajo «Hacia el límite ético de la estrategia», en el que aborda el obligado carácter ético que debe tener la gestión empresarial en tanto que uno de los principales motores de la sociedad actual. Para el académico, esta consideración trasciende la época actual e incluso el pensamiento occidental para asentarse sobre las bases éticas de todas las civilizaciones humanas, que repasa de forma pormenorizada en su estudio.

«Si considerásemos la importancia de una sana ‘musculatura ética’ en las organizaciones como fundamento para un apropiado desarrollo de soluciones serias y a la altura que el ejercicio de la vida humana y organizacional (pública y privada) en todo el planeta, daríamos por bienvenidas las palabras de Downs (1975), para quien la integridad es un fenómeno esencial de las buenas relaciones, dado que el engaño desfigura la coherencia esencial entre las realizaciones y las declaraciones. De ahí que los numerosos engaños y fraudes locales de impacto global en América y Europa en los últimos años hayan llevado a muchos autores y pensadores a conceptuar a las compañías multinacionales como entidades ‘enfermas'», razona Garrido.

A partir de ahí, el académico se cuestiona cómo es posible que errores financieros graves, la mal llamada creatividad contable, hayan perdurado durante años en empresas tan grandes y avaladas por importantes firmas de auditoria contable o cómo un sólo broker originase unas perdidas de 4.900 millones de euros al banco francés Société Générale en enero de 2008. «De todo ello se desprende que los comportamientos poco éticos se manifiestan en los directivos a través de las tiranías personales, la deshonesta relación con los empleados, el injusto balance entre las prioridades personales y las del bien común», se responde a sí mismo.

Para acabar con esta gestión falta de ética, Garrido se remite a los programas de formación de las principales escuelas de negocios del mundo que tienen en cuenta esta responsabilidad del gestor. «La complejidad de la combinación entre ética y estrategia supone una complejidad que no es tal, pues descartada esta sola limitación para el diseño, formulación o ejercicio estratégico, tenemos todas las demás posibilidades disponibles y a la mano en el mundo de la creatividad y la innovación del siglo XXI», concluye.