Oriol Amat, decano de la Barcelona School of Management de la Universidad Pompeu Fabra, expresidente, vicepresidente y fundador de la Asociación Catalana de Contabilidad y Dirección y académico de número y miembro de la Junta de Gobierno de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), reflexiona sobre las fortalezas y debilidades de la empresa en el artículo «Com són les empreses que tanquen», publicado por «L’Econòmic», el suplemento de economía del diario «El Punt Avui», en su edición del pasado domingo, 12 de enero.
El académico esgrime los datos oficiales para definir los sectores y la situación económica y financiera de las empresas con más riesgo de cierre. De esta manera señala cómo las sociedades con mayor riesgo se dedican al comercio y la construcción (según el Instituto Nacional de Estadística acaban cerrando el 9% del total) y la industria (cierra en torno al 5%). Aunque sobresale por encima de ellas, sin referencia a un sector concreto pero siempre con vínculos en la tecnología, las empresas emergentes o ‘start-ups’, ya que los datos señalan que sólo un 10% de ellas siguen en marcha más allá de los cuatro primeros años desde su constitución.
Aunque el dato que mejor define el futuro más negro de cualquier empresa es su endeudamiento. «Del perfil financiero de las empresas que cierran podemos destacar que son empresas que estaban muy endeudadas varios años antes del cierre. Según los datos del Registro Mercantil, las empresas que han cerrado en 2018 tenían dos años antes del cierre un nivel de endeudamiento del 83% sobre el total de los activos. Asimismo, las empresas que cierran suelen reducir las ventas y perder dinero los años anteriores. Estos resultados negativos contribuyen a hacer crecer el endeudamiento. Por lo tanto, la combinación de pérdidas y alto endeudamiento es mortífero», señala Amat.
Más allá de estos factores conocidos, el académico destaca cómo un estudio de la Barcelona School of Management determina un factor clave en el futuro empresarial: la formación de su personal y la inversión en calidad. «Las empresas que cierran invierten menos en aspectos imprescindibles para la mejora de la competitividad y como muestra podemos destacar la baja inversión en la formación de su equipo humano. Además, apuestan menos por los sistemas de certificación de calidad. Por lo tanto, pueden tener más dificultades para satisfacer las expectativas de sus clientes. De la misma forma, también son las que invierten menos en innovación, digitalización e internacionalización», explica.
«De todo lo expuesto podemos extraer algunas conclusiones sobre lo que deberíamos hacer para evitar que nuestra empresa sea una de las 95.000 que posiblemente cerrarán este 2020: invertir en la gente, en innovación para la mejora de la competitividad y capitalizar la empresa para huir del exceso de endeudamiento, que es un arma de destrucción masiva de empresas», concluye el estudioso.