Aldo Olcese
Presidente de la Fundación Independiente y de la Asociación Nacional Sociedad Civil Ahora, académico de número de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras y vicepresidente y académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED)

José Ramón Calvo
Asesor estratégico del Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación, director del Club de Excelencia de Ubbiquo Business School y académico de número y presidente del Instituto de Relaciones Internacionales de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED)

Obituarios publicados en el diario «Expansión» y «El Español» el 16 y 17 de julio de 2021, respectivamente

Dr. José María Gay de Liébana

Dr. José María Gay de Liébana

Aldo Olcese, presidente de la Fundación Independiente y de la Asociación Nacional Sociedad Civil Ahora, académico de número de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras y vicepresidente y académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), y José Ramón Calvo, asesor estratégico del Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación, director del Club de Excelencia de Ubbiquo Business School y académico de número y presidente del Instituto de Relaciones Internacionales de la RAED, firman dos sentidos obituarios en memoria del académico desaparecido José María Gay de Liébana, que se suma al firmado por el académico numerario y presidente de la Junta de Gobierno de la Real Academia Alfredo Rocafort, publicado en «La Vanguardia» el pasado 17 de julio por deseo expreso del finado. Olcese y Calvo publicaron sus obituarios, respectivamente, en el diario de información económica «Expansión» y en el diario digital «El Español».

 

José María Gay de Liébana: la sonrisa de la economía

Nos acaba de dejar José María Gay de Liébana, a los 68 años tras larga y dura lucha contra la enfermedad.

Pero a pesar de la enorme tristeza por su pérdida prematura, nos deja con la sonrisa en la boca, la misma que siempre consiguió de todos cuantos le escuchábamos en sus frecuentes y divertidas crónicas de la economía.

Gay de Liébana es sin duda el economista español que mejor supo transmitir los mensajes económicos, siempre difíciles y áridos y supo hacerlo con una simpatía genial y una simplicidad única. Su enorme capacidad de síntesis para extractar los contenidos esenciales y convertirlos en píldoras inolvidables de humor económico fueron un signo distintivo y especial de José María.

Al mismo tiempo fue un intelectual superlativo tanto de la economía como prioridad, pero también del derecho y la sociología. Ningún economista español ha sabido conectar mejor con el gran público y su contribución a la divulgación científica ha sido mayúscula. Un mérito muy difícil de encontrar entre los economistas convencionales, que por el contrario, solemos aburrir al personal y resultar incomprensibles.

Su lema «saludos virtuales y entusiasmo a raudales» con el que abría sus muy conocidas y seguidas intervenciones radiofónicas matutinas eran una inyección de moral colectiva impresionante que siempre nos acompañaron en los peores momentos y hacían de lo trágico y lo difícil algo amable y comprensible. Y esto sí que lo vamos a echar de menos y en ello nos quedamos huérfanos todos los españoles. Algo de lo que buena falta hace en nuestra sociedad y en España.

Detrás de esa simpatía había un académico de los más profundos y brillantes con un rigor científico espectacular y una capacidad de síntesis admirable.

Gay de Liébana fue un analista excepcional y agudo que entre risas y bromas sabía poner el ojo en la presa y el dedo en la llaga, sin tapujos ni paños calientes.

Su marcha nos deja huérfano de otro de los grandes valores que más escasean, el coraje cívico. José María Gay de Liébana fue un valiente, jamás subordinado a nada ni a nadie que no fueran su rigor científico y su mejor criterio.

Por último he de señalar su faceta de gran humanista, comprometido con la mejora de la sociedad pero también de la condición humana y de los elementos esenciales de los seres humanos. Él supo poner siempre al ser humano por delante de todo, haciendo bueno un humanismo cada vez más difícil de enraizar en la sociedad moderna.

Doctor en economía e insigne académico y profesor José María Gay de Liébana nos deja un legado extraordinario de bonhomía y sabiduría humilde y simpática, para honra de su familia y de toda la profesión del mundo de la economía.

Querido amigo José María, compañero de Academia, de debates, de la pista de tenis, de risas y chanzas, descansa en paz y que te acompañe hasta el cielo ese «entusiasmo a raudales» que tanto y tan bien supiste sembrar en la tierra.

Aldo Olcese

 

Carta al amigo José María Gay de Liébana

Querido José María:

Te has ido muy pronto… El RCD Espanyol aún no ha ganado la Champions y tú tenías aún muchos partidos de tenis que jugar, muchas partidas de golf que disfrutar y mucha gente a la que enseñar…

Querido amigo, grande, como tú siempre decías, hasta en la muerte has dado una lección de vida.

Hasta el último día, antes de que tu cuerpo decidiera parar de sufrir, con qué entereza y ánimo lo sobrellevaste, estuviste grabando tus opiniones, dando tus sabios consejos y ayudando, como hiciste siempre, a todos aquellos para los que eras un referente y despidiéndote de tus amigos en esta última semana sabiendo que el final de tu vida era inminente.

Recordar tu sonrisa perenne, tu optimismo desbordante y tu clarividencia profesional ante los retos que la situación económica nos presenta día a día era un lujo y una suerte porque al menos en España había alguien con sentido común, conocimiento demostrado y ganas de compartirlo.

Pero, sin duda, el lujo mayor para tus amigos fue la inmensa calidad de tu amistad, tu bonhomía, la cantidad de momentos que tuvimos la oportunidad de compartir en las sesiones de la Real Academia Europea de Doctores donde lo que decías y cómo lo decías era trascendente y que recordaremos siempre, querido José María, como uno de esos tesoros que uno lleva grabado en su corazón.

Decía la canción que «algo se muere en el alma cuando un amigo se va». Aquí a todos tus amigos se nos ha ido algo más que otro amigo. Se nos ha ido el conocimiento, la capacidad de análisis, la sabia valoración de la realidad económica y también la alegría del reencuentro después de los tiempos sin vernos, con tus tan características y únicas expresiones de afecto.

Querido amigo, en esta carta de despedida no puedo dejar de mencionar a los dos otros grandes pilares de tu vida, tu querida esposa Memé y tu hijo Pepe. Ellos son los que más sentirán tu falta en el día a día, pero siempre tendrán la certeza y el consuelo de saber que tú fuiste único, maestro, y que tus enseñanzas no solo profesionales​ sino las que dabas cada día y la manera en la que afrontaste hasta el final lo que el destino te había marcado, esas estarán siempre presentes, honrando la memoria de un gran ser humano.

Descansa en paz, querido José María.

José Ramón Calvo