Enrique Sada
Historiador y colaborador habitual de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED)
Artículo publicado en el portal especializado Código Libre el 13 de agosto de 2021
El historiador mexicano Enrique Sada, colaborador de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), cuestiona en el artículo «¿500 años de resistencia indígena?», publicado en el portal especializado Código Libre el pasado 13 de agosto, el indigenismo que reivindican tanto el Gobierno mexicano, con el presidente Andrés Manuel López Obrador a la cabeza, como otros gobiernos de la región, atribuyendo a los conquistadores españoles el simple papel de genocidas de las civilizaciones precolombinas, sin ningún atisbo de posición crítica o de rigor histórico.
«Uno de los grandes mitos disfuncionales del Estado mexicano lo es sin duda el falso indigenismo que vende que somos aztecas y que dicha etnia es la única esencia representativa de la mexicanidad, mandando al diablo a todas las demás tribus y naciones distintas y enemigas de estos; desde los mayas, toltecas y mixtecas hasta los rarámuris, seris, guachichiles, chichimecas y apaches. Esta impostura opera de dos formas: incitando al odio y desconocimiento del elemento español como integral y civilizador, presente en todos nosotros, y lavándose las manos ante el abandono y desprecio que bajo este gobierno se ha acentuado en contra de los indígenas vivos, para olvidarse de ellos evocando solo a los muertos», señala el historiador.
Para Sada, existe una enorme diferencia entre los diversos pueblos indígenas que ocupaban el actual territorio mexicano a la llegada de los españoles, y solo en este contexto de dominio de unos sobre otros y de alianzas de los pueblos sometidos con los españoles puede entenderse la conquista. «La verdadera resistencia indígena fue la de los pueblos oprimidos por los mexicas: tlaxcaltecas, xochimilcas, tlatelocas, otomíes, acolhuas, purépechas, chalqueños, cholultecas y totonacas, quienes se aliaron con un puñado de españoles y lograron su liberación», añade.
El experto pone también el foco en las debilidades de una cultura que nunca llegó a ejercer el dominio de un imperio, que vivía en la edad de piedra, no conocía la rueda, no había creado ciudades fuera de su propia capital y mantenía su poder a base de la fuerza y el miedo tribal, culminado en sacrificios humanos masivos. «Ya estaban condenados a desaparecer ante cualquier civilización emergente, independiente de su origen», concluye Sada.