José María Baldasano, catedrático de Ingeniería Ambiental de la Universidad Politécnica de Cataluña y académico numerario electo de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), abordó los retos que afronta España en relación a los efectos del cambio climático durante el IV Acto Internacional-Congreso Europeo de Investigaciones Interdisciplinarias de la RAED, que se celebró el pasado mes de julio en diversas capitales del Mediterráneo. Baldasano presentó el trabajo «Impactos y vulnerabilidad en la Península Ibérica frente al actual cambio climático».
Firme defensor de que los continuos avatares climáticos se explican por la acción del hombre, Baldasano resumió las conclusiones de los principales estudios que sobre la cuenca del Mediterráneo han encargado las principales administraciones. En este sentido, los estudios determinan un mayor aumento de las temperaturas respecto a la media en zonas como el interior de la Península Ibérica, los Balcanes y partes de Turquía. Asimismo, apuntan que en la península Ibérica se proyecta especialmente una fuerte disminución de las precipitaciones, que no se prevé que la disponibilidad de agua superficial aumente y que las olas de calor aumentan en toda la región.
«La posición geográfica de la península Ibérica en el borde subtropical y situada entre el Océano Atlántico y el mar Mediterráneo hace que su clima tenga una alta variabilidad y complejidad, que se potencia por el efecto de las diferentes cadenas montañosas y una altitud media alta. Todo lo cual implica un conjunto de dificultades añadidas», señaló el estudioso.
Baldasano aseguró que el cambio climático alterará la vida animal y, por tanto, los actuales ecosistemas. «Se producirán migraciones altitudinales y extinciones locales, la expansión de especies invasoras y plagas se verá favorecida, aumentará el impacto de las perturbaciones, tanto naturales como de origen humano, que afectarán a la estructura y funcionamiento de los ecosistemas terrestres». En cuando a la vida humana, Madrid se convertirá en una de las capitales europeas con menores precipitaciones y deberá abordar un plan para combatir la escasez de agua.