Paula Plaza, doctora en Bellas Artes, ha ingresado como académica de número de la Real Academia Europea de Doctores (RAED) durante una solemne ceremonia que se ha celebrado este viernes, 19 de septiembre, en el Círculo de la Amistad 12 de Enero de Santa Cruz de Tenerife. La recipiendaria ha leído el discurso de ingreso «Los que saben volar dentro de sí. Introducción al Art Brut». Le ha respondido en nombre de la Real Corporación el académico de número Joan Francesc Pont. La sesión ha podido seguirse por streaming a través del canal de YouTube de la RAED, donde puede visualizarse.
La experta ha presentado el denominado Art Brut, también conocido como arte marginal u Outsider Art, que surge de las experiencias vitales de individuos que a menudo han vivido en la enfermedad, la reclusión o la precariedad y han querido o han tenido la necesidad vital de plasmar esa experiencia traumática o marginal mediante algún lenguaje artístico. En ellos, la creación artística no responde a una búsqueda de reconocimiento externo ni a las exigencias del mercado, sino a una necesidad profunda de resistencia frente a la adversidad, ha explicado Plaza. En este movimiento, ha señalado, destacan los llamados artistas puros, cuya obra establece una conexión íntima e inseparable con su vida. Sus creaciones, lejos de ser simples expresiones estéticas, funcionan como refugio psíquico y como medio de sublimar el sufrimiento en formas simbólicas que interpelan al arte contemporáneo. Automatismo, mundos alternativos o la canalización de traumas son algunos de los rasgos comunes en sus trabajos, que a menudo se convierten en un auténtico acto de supervivencia.
Para la nueva académica, el impacto del Art Brut en el ámbito académico y artístico ha sido notable, pues ha obligado a repensar las concepciones tradicionales del arte, acercándolo a la dimensión terapéutica y transformadora. Sin embargo, persiste la paradoja: mientras el sistema artístico busca autenticidad, tiende a ignorar estas creaciones radicales porque no se ajustan a las lógicas del mercado. Para Plaza, defender la libertad de estos artistas significa custodiar un patrimonio humano y creativo que revela cómo el dolor y la marginalidad pueden convertirse en fuerza estética, ya que el valor de estas obras radica precisamente en la pureza de su expresión, ajena a modas y coacciones externas. Una riqueza que, para la recipiendaria, no solo amplía los horizontes del arte, sino que también invita a cuestionar los límites de la normalidad y la manera en que entendemos la creatividad.
El Art Brut nació tras la Segunda Guerra Mundial en Europa como una reivindicación de lo marginal, lo espontáneo y lo terapéutico, en contraste con un arte oficial cada vez más institucionalizado. El pintor francés Jean Dubuffet fue quien popularizó y definió el concepto fascinado por las creaciones de personas al margen de la academia, particularmente internos en hospitales psiquiátricos, prisioneros, autodidactas sin formación artística. Antes de Dubuffet, el psiquiatra alemán Hans Prinzhorn había recopilado miles de obras de pacientes con enfermedades mentales en su libro «Expresiones de la locura». Esta publicación fue fundamental porque mostraba como personas excluidas del mundo artístico podían crear obras de gran potencia expresiva. Dubuffet fundó en 1947 la Compañía del Art Brut en París junto al poeta André Breton y otros intelectuales y en 1976 donó su colección a la ciudad suiza de Lausana, donde se creó la Colección del Art Brut, que sigue siendo un referente internacional de esta corriente.