Enrique Sada
Historiador y colaborador habitual de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED)

Artículo publicado en el portal especializado «Código Libre» el 24 de septiembre de 2020

Enrique Sada Sandoval

Enrique Sada

El historiador mexicano Enrique Sada, colaborador de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), reflexiona en el artículo «Del amor por la dictadura en las repúblicas bananeras», publicado en el portal especializado «Código Libre» el pasado 24 de septiembre, sobre la admiración que el actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, profesa por Benito Juárez, su antecesor en el cargo durante varios períodos convulsos de finales del siglo XIX, y ante lo que considera un dislate del mandatario cuando lo comparó ante el pleno de la Organización de las Naciones Unidas con Benito Mussolini.

«A nadie en territorio mexicano sorprendió en su momento cuando el presidente en una de sus soporíferas y autocomplacientes conferencias mañaneras llegó a mencionar abiertamente, desde la zona de confort que le ofrece el contar en pleno con un salón lleno de ‘periodistas’ a sueldo, lo que todos sabemos desde hace más de 18 años de campaña política: la admiración del mismo hacia la figura mítica de Benito Juárez. Sin embargo, la sorpresa en aquella ocasión no fue su reiterada admiración por el autócrata oaxaqueño, sino su comparación a partir del mismo nombre con Benito Mussolini en una actitud sorprendentemente reverencial; esto es, con el mismo respeto y admiración por el fundador del fascismo», explica el historiador en su artículo.

Sada recuerda cómo López Obrador señaló ante la asamblea que los mexicanos se sentían «muy orgullosos» de que Mussolini fuera bautizado con el nombre de Benito Juárez, y consideró que ambos fueron «dirigentes de dimensión mundial». «Lo grave ante este nuevo dislate de parte de quien se supone dirige el destino de México desde el Palacio Nacional es que la referencia comparativa entre ambos dictadores, Mussolini y Juárez, ante un órgano de gran peso político a nivel internacional como la Asamblea General de las Naciones Unidas, en los términos laudatorios en que lo hizo, resulta tan desafortunada como preocupante, puesto que la misma revela una admiración profunda, reiterativa y al parecer incluso muy consciente del presidente por los regímenes totalitarios: con todo lo deleznable y hasta la brutalidad que éstos conllevan», concluye Sada.

 

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