«Hay quien alarma sobre los peligros de estos alimentos, pero tengamos claro que en muchos países los niños pueden mantenerse con vida gracias a ellos»
Richard Roberts, premio Nobel de Medicina en 1993 y académico de honor de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), defendió la seguridad de los cultivos transgénicos siempre que su producción se realice bajo los parámetros de seguridad que garantizan las instituciones sanitarias internacionales y aseguró que, hoy en día, suponen el mejor mecanismo para luchar contra el hambre en el tercer mundo. El Nobel realizó estas reflexiones durante el debate «¿Son seguros los cultivos transgénicos?», celebrado el pasado 22 de marzo en CosmoCaixa de la Obra Social de La Caixa bajo el auspicio de la RAED.
«Estos cultivos son totalmente seguros -afirmó Roberts-. Todos los estudios y las principales asociaciones científicas señalan que no hay ninguna razón para preocuparse, porque el método es más seguro, quizás, que los tradicionales para mejorar los cultivos. A lo largo de los años se ha ido refinando esta técnica y, si la comparamos con la tradicional, es mucho más rápida y precisa».
El académico, galardonado con el Nobel por sus descubrimientos en la estructura del ADN, lamentó el rechazo que producen estos cultivos en Europa y que incluso voces autorizadas alerten sobre sus supuestos peligros para la salud y el medio ambiente. «Hay personas de prestigio e incluso instituciones que alarman sobre los peligros de estos alimentos, pero tengamos también claro que en África, Asia o América Latina los niños pueden mantenerse con vida gracias a ellos -señaló-. En el primer mundo no necesitamos los transgénicos, pero en los países pobres sí. Sentarnos en el mundo desarrollado y decir al mundo en vías de desarrollo que no podemos alimentarlos es inmoral».
«La investigación y las nuevas tecnologías han conseguido mejorar la producción de cultivos y aumentar notablemente el valor nutricional de las mismas cosechas. Existe gran controversia en cuanto a la seguridad de los cultivos biotecnológicos, pero se han estado consumiendo durante años sin consecuencias adversas discernibles. Los beneficios son claros, y se podrían utilizar para alimentar a las poblaciones desnutridas, pero la pregunta debate es ¿cómo puede justificarse el tratar de detener este tipo de tecnología y no ofrecer soluciones contra la malnutrición?», concluyó el Nobel.
Roberts ha explicado que la técnica para elaborar estos cultivos resulta inocua para el medio ambiente. «Consiste en tomar el gen deseado, colocarlo en el ADN, transferirlo a la planta y, de esta forma, evitar la transferencia de genes adicionales. Es como si tengo dos coches, uno con sistema GPS y el otro no. Si lo quiero instalar en el que no tiene no tengo que desmontar los dos vehículos y luego volverlos a montar, sino simplemente desenchufar el GPS del primero y ponerlo en el segundo».