Sheldon Glashow, premio Nobel de Física y académico de honor de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), abrió el pasado 21 de abril la primera Jornada sobre Creatividad e Innovación, organizada por la RAED, la Fundación Ramón Areces, el Foro de Empresas Innovadoras y la Fundación General del Consejo Superior de Investigaciones Científicas bajo el título «Conversaciones en torno a las tecnologías cuánticas». Glashow presentó la ponencia «De la serendipia a la creatividad», en la que abordó los descubrimientos marcados tanto por el estudio como por el azar, en los que la creatividad resultó fundamental para dar con sus claves.
En la jornada también participaron José Ramón Calvo, asesor estratégico del Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación, académico correspondiente de la Real Academia de Medicina del País Vasco y académico de número y presidente del Instituto de Cooperación Internacional de la RAED, que fue el encargado de presentar al Nobel; Mateo Valero, director del Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación, académico de número de la Real Academia de Ingeniería y académico de honor de la RAED, que participó en la mesa redonda sobre tecnologías disruptivas, dedicada al «Presente y futuro de la tecnología cuántica», y Sònia Fernández Vidal, reconocida divulgadora científica y académica de número de la RAED, quien protagonizó la charla «Verdades provisionales».
El Nobel expuso desde el descubrimiento accidental de la radioactividad por parte de Henri Becquerel, a quien un día nublado y el uso fortuito de sales de uranio en un experimento le permitió no poder demostrar la hipótesis en la que trabajaba y, de paso, abrir los ojos a una nueva realidad, al de la penicilina, descubierta por Alexander Fleming también por casualidad, la radiación infrarroja y la ultravioleta, descubierta por William Herschel en 1800, cuando estaba estudiando la luz solar dispersada por un prisma y colocó termómetros en cada color de la luz y otros de control. Un termómetro que resultó estar más allá de la parte roja del espectro y que registró una temperatura alta y así descubrió, por casualidad, una forma de luz fuera del espectro visible: la radiación infrarroja. También explicó que fueron descubrimientos accidentales los Rayos X, cuando Wilhelm Conrad Röntgen trabajaba en unos experimentos con los rayos catódicos y, por azar, observó cómo una lámina de cartón impregnada en cianuro mostraba fluorescencia. Röntgen lo difundió entre la comunidad científica y llamó a su descubrimiento Rayos X porque no sabía muy bien su origen.
En ámbitos cotidianos, el académico honorario explicó cómo el descubrimiento de la sacarina por parte del químico Constantin Falhberg también fue fruto del azar. El investigador se olvidó de lavarse las manos después de un experimento y al llevarse los dedos a la boca sintió un extraordinario sabor dulce. En el caso de Michael Sueda, la casualidad hizo que dejase un cigarro que estaba fumando encima de una mesa de laboratorio donde trabajaba buscando un antifebril y al volver a fumarlo sintió un extraordinario sabor dulce, el ciclamato. Accidentales fueron también el descubrimiento de la Viagra en 1992, durante unas pruebas efectuadas con un fármaco contra la angina de pecho. El LSD, descubierto por un químico suizo Albert Hofmann, apareció cuando trataba de purificar los compuestos producidos por el cornezuelo de centeno para evitar las hemorragias que se producen tras el parto.
Glashow explicó también cómo elementos como los pequeños tacos de notas con adhesivo, el velcro, el nylon, la goma de borrar, la vaselina, las patatas chips, los sándwiches, el celofán o los cucuruchos de helado son también fruto de la casualidad. Por el contrario, el desarrollo de la energía nuclear que, ayudado por la casualidad, logró el físico italiano Rico Fermi, bien podrían haberse producido en la Alemania nazi en 1939, lo que podría haber supuesto una catástrofe de dimensiones incalculables, como señaló el Nobel.
Estas jornadas pretenden abrir una reflexión sobre los diferentes retos que se plantean en la innovación con respecto a una de las tecnologías emergentes más disruptivas en la actualidad, como la tecnología cuántica. La primera edición ha coincidido con el Día Mundial de la Creatividad y la Innovación designado por Naciones Unidas con el propósito de sensibilizar sobre el papel fundamental que desempeñan ambos aspectos en el desarrollo y progreso de las sociedades. «El término creatividad abarca desde la expresión artística hasta la resolución de problemas en un contexto socioeconómico, y el de innovación, por su parte, alude a lo que constituye una herramienta esencial para el crecimiento económico de las naciones. La promoción de ambos, creatividad e innovación, es clave para propulsar el crecimiento económico y la generación de empleo, así como para afrontar algunos de los desafíos más acuciantes del presente, como son la erradicación del hambre y la pobreza. La Asamblea General de Naciones Unidas invita a sus estados miembro a celebrar este día mediante acciones dirigidas a crear una mayor conciencia de la importancia de fomentar la creatividad y la innovación para lograr la consecución de un futuro sostenible», señala la organización del evento.
El Día Mundial de la Creatividad y la Innovación rinde homenaje, además, a Leonardo Da Vinci, uno de los más grandes innovadores de la historia de la humanidad y de las mentes más creativas de todos los tiempos. Leonardo nació en abril de 1452 y durante toda su vida, dedicada al aprendizaje y la experimentación constante, desplegó una incesante actividad en el ámbito de la pintura, la escultura y la arquitectura, que complementó con sus trabajos como urbanista, inventor, anatomista, botánico, músico, poeta, filósofo y escritor.