Joaquim Gironella, académico de número y miembro de la Junta de Gobierno de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), publicó el pasado 27 de noviembre de 2018 en «La Vanguardia» el artículo «Investigación y realidad económica», en el que contrapone la cantidad y calidad de la investigación que se realiza en España con los escasos recursos, públicos y privados, que se le dedican. Especialmente a partir de una crisis que a día de hoy se da por superada.
«Para la revista ‘Scientific American’, en septiembre de 2018 España sería la nada desdeñable décima potencia del mundo en ciencia -explica Gironella-. El estudio se basa en el número de trabajos científicos publicados en las mejores revistas de impacto, la cantidad de patentes registradas por cada país, su gasto total en I+D+i y el número de doctores que se genera cada año. Pero en la propia RAED hemos cuantificado con la cruda realidad de los números la disminución entre 2008 y 2016 de la inversión en España para la investigación, que pasó de 6.000 a 2.000 millones de euros».
Siguiendo con las cifras, Gironella esgrime cómo según los datos oficiales, analizando los países por el gasto en investigación y desarrollo en relación a su producto interior bruto, España dedicaba a esta materia en 2014 el 1,2 % de su PIB, situándose en la posición número 15 del ranking mundial, por detrás de países como Japón (3,5 %), Corea del Sur (que con un 4,2 % destaca como número 1), Estados Unidos (2,7 %), o Reino Unido (1,7 %). La media de la Unión Europea ese año fue de un 2%. «Como cada décima del PIB representa centenares de millones de euros, las diferencias en inversión entre las diferentes comunidades científicas se hacen además realmente significativas», considera el académico.
«Los números son claros y dejan entrever el real interés de algunos países en la ciencia y, lo más importante, cómo convertir ésta en riqueza. Aunque en España la producción experimental y académica es de muy alta calidad no es posible competir en términos igualitarios con esta estructurada realidad económico-científica de algunos países capaces de disfrutar inventando y de gozar del retorno de la inversión realizada», concluye.