Joaquín Callabed reflexiona sobre el analfabetismo que aún asuela al mundo
Joaquín Callabed, académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED) y presidente del Club de Pediatría Social, se hace eco del pensamiento de diversos autores que tratan sobre el analfabetismo y la palabra, partiendo de un análisis inicial del también académico Federico Mayor Zaragoza y de otras personalidades y personajes históricos retomando un artículo que publicó en la revista «Andalán». Para Callabed, el analfabetismo es uno de los grandes males que ha vivido la Humanidad a lo largo de su historia, ya que está demostrado científicamente que el conocimiento y la inquietud por el saber van de la mano de una mejor y mayor calidad de vida. «Recuerdo la presentación del libro ‘El analfabetismo en el mundo’ por Federico Mayor Zaragoza y venía a decir que quienes recibimos todo de las palabras, de nuestros padres latinos, griegos e hindúes y de nuestro privilegiado entorno familiar y social no tenemos consciencia de que existen 900 millones de personas que habitan el mismo planeta que pisamos que están condenados a una rudimentaria forma de pensar, a la soledad indefensa de la mente, a ser juguete de todo tipo de manipulaciones», incia el académico su reflexión.
En esta línea, el académico recupera las reflexiones sobre la formación y la educación de personajes históricos tan diversos como Mahoma, Victor Hugo, Marcel Pagnol, Joseph Joubert, Denis Diderot, Martin Heidegger, Miguel Delibes, Octavio Paz, Simone de Beauvoir, María Zambrano, José Ortega y Gasset o Rosendo Tello. Diferentes sociedades, culturas, lenguas y hasta civilizaciones que coinciden en un mismo o complementario mensaje. «Nacemos por segunda vez cuando aprendemos a leer y escribir. Dar a otro la posibilidad de hacerlo es darle nuevamente la vida. Está muy demostrado que las madres alfabetizadas mueren menos de parto, pierden menos hijos de corta edad, hacen vacunar a sus hijos y proporcionan a la familia mejores condiciones de higiene. La lengua es la morada del alma, decía Heidegger. Pocos saben que la primera palabra del Corán es leer. Mahoma puso en libertad a prisioneros de guerra para que enseñasen a leer a analfabetos musulmanes. La Valkiria, mensajera de los dioses, está simbolizada en nuestra vida moderna por el alfabeto. Con la escritura se inicia el verdadero acceso al conocimiento y poder llegar a ser ciudadano de pleno derecho y sentido crítico. Hay que lanzar la imaginación al poder y hacer que la mayor parte de la gente comparta el lirismo del conocimiento. La utopía estimula a vivir. Es la fuente de todos los ensueños y la claridad de todos los riesgos. Otro problema distinto es la educación y según los países y las personas que los gobiernan deciden como llevarla a cabo. Los maestros de escuela son jardineros de las inteligencias humanas, dijo Víctor Hugo», reflexiona Callabed en esta búsqueda de una llamada común a la culturalización.
Y señala ejemplos destacables en esta línea: «Algunos países como Costa Rica opinaron que la educación es cultura de paz y decidió sustituir los fusiles por los libros, suprimiendo el Ejército. Otros países optan por inculcar doctrinas en lugar de instruir personas, con finalidades muy concretas que permitan explotarles eficazmente. Del fanatismo a la barbarie sólo hay un paso, nos dijo Diderot. Respecto a la forma de educar nos dijo acertadamente Joseph Joubert que los niños tienen mas necesidad de modelos que de críticas. La importancia de individualizar la enseñanza la describe tiernamente Marcel Pagnol ‘desde que los profesores comenzaron a tratarle como buen alumno llegó a ser un buen alumno’. Para que las personas merezcan nuestra confianza hay que comenzar por ofrecerla», añade. Para el académico, la cultura, asumida como universal, debe transformar la carencia educativa y dar tres pasos: «Ser consciente de la realidad, aportar los instrumentos y los medios de intervenir pedagógicamente y edificar la nueva casa que podría estar adornada con todas los letras del alfabeto y tejer letras entrelazadas que digan: tú, vosotros, ellos, perdón. Porque el analfabetismo debe desaparecer de la faz de la Tierra», concluye.