La Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED) reemprende la serie que dedica a los académicos más notables de su centenaria historia y tras reseñar la figura de los seis presidentes-decanos que ha tenido desde su fundación a principios del siglo XX hasta completar un ciclo dedicado a todos sus máximos representantes institucionales ya desaparecidos vuelve a destacar en esta vigesimotercera entrega a otras de las grandes figuras de la ciencia y el pensamiento que han formado parte de su historia y que la actual Junta de Gobierno quiere agradecer, reconocer y reivindicar, en el convencimiento de que quien no tiene memoria, no tiene futuro. Es el caso de la reconocida pedagoga Concepción Sainz Amor (1897-1994), impulsora de las denominadas Misiones Pedagógicas que durante la década de los años 30 del siglo pasado llevaron la escuela al mundo rural español. La selección de estos selectos académicos, de todos los ámbitos del conocimiento, es fruto de la investigación llevada a cabo para la publicación del «Libro del Centenario» de la Real Academia, editado hace ya tres años. Personalidades que trascienden su contexto histórico para aparecer hoy en día como referentes del saber.
Nacida en Cebolleros (Burgos), cursó estudios de magisterio en la Escuela Normal de Burgos y, tras aprobar las oposiciones en 1918, ejerció como maestra en pequeños municipios rurales riojanos como Aldeanueva de Ebro, Rincón de Soto, Pedroso y Alberite. Decidió alternar su actividad de maestra con una notable actividad de estudios y viajes al extranjero participando en congresos y visitando distintos países por cuenta propia durante los periodos de vacaciones o a través de becas de la Junta de Ampliación de Estudios. En 1934 obtuvo la licenciatura en Pedagogía en la Universidad de Barcelona y ejerció como directora de las escuelas Ramon de Penyanfort en la capital catalana.
Desde la proclamación de la República en 1931 mantuvo una intensa actividad en las Misiones Pedagógicas que se realizaron en numerosos municipios rurales, liderándolas y escribiendo el que pronto se convertiría en un manual de referencia, «La escuela rural activa» (1933), además de otras muchas publicaciones pedagógicas fundamentadas en método de Maria Montessori y el movimiento de la Nueva Educación. Acabada la guerra fue expedientada acusada de pertenecer a la Federación de Trabajadores de la Enseñanza-UGT, de colaborar con el Ateneo Enciclopédico Popular y de haber publicado artículos en revistas del ámbito de la Institución Libre de Enseñanza, suspendida de empleo y sueldo durante el curso 1941-1942 e inhabilitada para desempeñar cargos directivos.
Durante ese período de ostracismo, la académica finalizó su doctorado con la tesis «Ideas pedagógicas del Padre Feijoo», leída en Madrid en mayo de 1945, además de iniciar sus estudios e investigaciones sobre el Test de Rorschach y su aplicación en el diagnóstico escolar. Y tras su readmisión como docente en la enseñanza nacional en la docencia volvió a trabajar como directora de diversos centros y desde 1954 también como docente en la Facultad de Filosofía y Letras de Barcelona. Su valiosa trayectoria le valió el reconocimiento de la entonces Academia de Doctores del Distrito Universitario de Barcelona, donde ingresó como académica. Su discurso de ingreso se suma a una significativa obra de referencia en pedagogía y literatura infantil y juvenil.