La Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED) presenta la décima entrega de la serie que dedica a los académicos más notables de su centenaria historia, en esta ocasión a otro de sus personajes ilustres y referente de la medicina universal: el reconocido endocrinólogo, científico, historiador y pensador Gregorio Marañón (1887-1960). Otra de las grandes figuras de la ciencia y el pensamiento que han formado parte de la RAED y que la actual Junta de Gobierno quiere agradecer, reconocer y reivindicar, en el convencimiento de que quien no tiene memoria, no tiene futuro. La selección de estos selectos académicos, de todos los ámbitos del conocimiento, es fruto de la investigación llevada a cabo para la publicación del «Libro del Centenario» de la Real Academia, editado hace ya tres años. Personalidades que trascienden su contexto histórico para aparecer hoy en día como referentes del saber.

Nacido en Madrid en el seno de una familia acomodada, estudió Medicina en la entonces Universidad Central de Madrid, donde fue alumno de Santiago Ramón y Cajal, y estudió posgrado en Alemania. Su prestigio internacional y su entrega a la salud pública le llevó a formar parte de la comisión oficial que abordó la pandemia de gripe que sufrió España en 1918. Allí coincidió con especialistas de primera línea como Edward Babinski, Almroth Wright, Alexander Fleming y Harvey Williams Cushing. En 1922 acompañó al Rey Alfonso XIII en una histórica expedición a Las Hurdes y, convertido ya en científico de referencia, fue elegido miembro de la Real Academia Nacional de Medicina y presidente del Ateneo de Madrid.

Contrario a la dictadura de Primo de Rivera, tras su caída firmó junto a José Ortega y Gasset y Ramón Pérez de Ayala el manifiesto «Agrupación al Servicio de la República», al que luego se sumó Antonio Machado. El 14 de abril se celebró en casa de Marañón la histórica reunión entre Niceto Alcalá Zamora y el conde de Romanones donde se decidió la salida de Alfonso XIII al exilio y la proclamación de la Segunda República Española. En junio fue elegido diputado​ a las Cortes Constituyentes.

Durante la República fue elegido miembro de la Real Academia Española de la Lengua y de la Real Academia de la Historia. Tras la guerra civil se exilió en Francia y trabajó en distintos países sudamericanos, hasta que en 1944 regresó a España y se incorporó a su plaza en el entonces Hospital Provincial de Madrid, que hoy lleva su nombre. En ese período fue elegido miembro de la la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y académico de honor de la actual Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED). Se estima que durante su larga carrera como profesional e investigador publicó más de medio millar de monografías especializadas.