Francisco López Muñoz
Profesor de Farmacología y vicerrector de Investigación y Ciencia y director de la Escuela Internacional de Doctorado de la Universidad Camilo José Cela. Académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED)
Artículo publicado en la edición española del portal académico «The Conversation» el 10 de septiembre de 2020
Francisco López Muñoz, profesor de Farmacología de la Universidad Camilo José Cela y académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), explica en el artículo «¿Qué es el bálsamo de Fierabrás, la panacea cervantina?», publicado en la edición española del portal académico «The Conversation» el pasado 10 de septiembre, los «secretos» de la cura mágica en la que creía don Quijote, un mejunje que en realidad sólo le provocaba un molesto vómito, además de -eso sí- un sueño reparador.
«El bálsamo es presentado por Miguel de Cervantes, en boca de don Quijote, como una especie de panacea para cualquier problema de salud, y constituye el único preparado medicinal que surge de la fantasía del autor en toda su obra. Este remedio estaría compuesto, según se relata en ‘El Quijote’, por aceite, vino, sal y romero, siguiendo un proceder habitual en la práctica de la farmacia de la época, a saber, la mezcla de varios simples medicinales, tres de procedencia vegetal y uno mineral, para obtener un compuesto, al estilo de las famosas triacas».
A diferencia de otros remedios farmacológicos bien conocidos por el autor y muy presentes en su obra, el bálsamo de Fierabrás no sería sino un remedio ficticio, originario de la novela caballeresca. «Todos estos conocimientos de la materia terapéutica y de las plantas dotadas de virtudes medicinales por parte de Cervantes pueden proceder, según hemos defendido en numerosas publicaciones, de la lectura del ‘Dioscórides’ del médico segoviano Andrés Laguna.
El propio hidalgo ya explicaba los efectos inverosímiles del bálsamo: «Si en alguna batalla me han partido por medio del cuerpo, solo será preciso juntar cuidadosamente las dos mitades antes que la sangre se yele (se coagule) me darás de beber sólo dos tragos del bálsamo y verasme quedar más sano que una manzana», señala el propio don Quijote a Sancho Panza.