Teresa Freixes, catedrática de Derecho Constitucional de la Universidad Autónoma de Barcelona, académica de número y secretaria general de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), presentó el pasado 13 de mayo en la Escuela Diplomática de Madrid el libro «Cataluña vista desde fuera» (Pigmalión), del exdiplomático José Antonio de Yturriaga, galardonado con el Premio Internacional de Pensamiento y Ensayo Aristóletes 2018. En el acto también participaron Fernando Fernández-Arias, director de la Escuela Diplomática; Inocencio Arias, diplomático; Basilio Rodríguez Cañada, presidente del grupo editorial Sial Pigmalión, y el propio De Yturriaga.
Profesor de Derecho Internacional y Derecho Diplomático, diplomático de carrera desde 1963 y embajador en Irak, Irlanda y Rusia, el autor trata de adentrarse en esta obra en la vida real de la ciudadanía catalana. Tras una breve introducción histórica, un documentado capítulo analiza los rasgos básicos de la comunidad: población, fuerzas políticas, sociales, culturales, de seguridad, medios de comunicación, símbolos e Iglesia, educación, economía, justicia y diplomacia. Sigue un capítulo sobre conceptos técnico-jurídicos en los que De Yturriaga describe el catalanismo, el nacionalismo y el independentismo, analiza la idea y realidad del término «nación» y expone los conceptos de autonomía, federalismo, derecho a decidir y autodeterminación. Repasa, asimismo, los principales acontecimientos ocurridos durante los Gobiernos de Pujol, Maragall, Montilla, Mas, Puigdemont y Torra, para concluir con unas consideraciones sobre el diálogo, el europeísmo y la reforma de la Constitución.
En su intervención, Freixes coincide con De Yturriaga en que el actual conflicto catalán «se trata de un conflicto cultural en torno a la manipulación que se pretende realizar sobre los conceptos básicos que hoy rigen en los Estados modernos: la democracia, el Estado de Derecho y los derechos humanos. Y es un conflicto cultural que tiene, como podemos ver en esta obra, unos antecedentes, pero que hoy, en Cataluña, está articulado mediante la educación y la comunicación entendidas como arma de construcción social hegemónica por parte de uno de los integrantes del problema, aquella parte que detenta el poder institucional aunque no tenga la mayoría social, y que pretende impregnar totalitariamente el pensamiento civil».
Para la académica, «todavía quedan resquicios, como este libro, que nos permiten ver, como tras una puerta cerrada a cal y canto pero que cada vez tiene más agujeros, el desmoronamiento, lento pero inexorable, del supremacismo que impregna esa historia inventada que nuestro embajador contribuye a desmontar. Levantar el velo a episodios del pasado o del presente, es una tarea difícil y comprometida. Porque se trata de no aceptar la verdad revelada o la historia construida desde preconcepciones que poco tienen que ver con los indicadores que las ciencias sociales tienen categorizados como objetivos y que están sometidos al contraste y a la investigación basados en fuentes fiables, no en ficciones interesadas».
Freixes cree que sin la actuación del Tribunal Constitucional y sin la jurisdicción ordinaria, además de la defensa del orden constitucional realizada por el Rey, «el desastre hubiera sido mucho mayor que el que tenemos en frente. Porque es un desastre, para la política, que hayan tenido que ser los jueces y el Rey quienes tuvieran que enfrentar los desafíos, bajo una crítica demoledora, dirigida a desacreditarlos ante la ciudadanía, tal como mandan los cánones de las modernas técnicas del golpe de Estado, que precisa de la neutralización y desprestigio de las instituciones democráticas para sustituirlas ilegalmente por otras».
La académica concluye ofreciendo varias vías de resolución al conflicto. «Llegados a este punto, quizás cabe preguntarse si existe alguna solución a todo este embrollo en el que nos ha situado el desafío secesionista. El embajador De Yturriaga también se lo pregunta varias veces a lo largo de su obra y, especialmente, en la parte final. No tengo respuesta para ello, ni a corto ni a medio plazo, pero es indudable que a largo plazo hemos de haber podido salir de esta situación. Sí que tengo claro que, para que tal cosa suceda, son necesarias dos premisas: en primer lugar, el restablecimiento, en toda su extensión, del orden constitucional democrático en Cataluña. Ello comporta el acatamiento y la aplicación de la ley y el cumplimiento de las sentencias. Y en segundo término, el reconocimiento de la pluralidad interna de Cataluña, con la incorporación del constitucionalismo, de todo el constitucionalismo, no sólo de una parte del mismo, al debate sobre las modalidades de reconducción del problema. Ello implica que el diálogo famoso tenga que contar con todos los interlocutores del constitucionalismo».