Jesús Alberto García

Sr. Jesús Alberto García Riesco

Jesús Alberto García Riesco, coronel del Ejército de Tierra, politólogo y colaborador de la Real Academia Europea de Doctores (RAED), reflexiona en el artículo «Drones y moral de combate», publicado en el periódico digital La Crítica el pasado 14 de agosto, sobre cómo estas naves no tripuladas de pequeñas dimensiones pero notable poder ofensivo han cambiado el modo de hacer la guerra convencional, lo que supone un terrible golpe a la moral de combate del adversario, ya que desarrollan un miedo persistente en los combatientes, sus bombardeos sobre la retaguardia enemiga son aterradores y aportan a las operaciones especiales un potencial amenazador. Ante ellos sólo cabe mejorar las defensas aéreas y dominar el espectro electromagnético.

«La fría búsqueda de soldados que son considerados, y se sienten, piezas de caza, activa un miedo persistente propio de quien se sabe siempre amenazado. El sonido de los drones altera el comportamiento porque es imposible determinar a quién están rastreando. La presencia casi continua de drones crea ansiedad anticipatoria, una forma de trastorno de estrés postraumático. Las áreas de retaguardia tampoco son seguras, ya que los drones extienden las zonas de peligro más allá del alcance de la artillería. Las unidades logísticas quedan inmovilidades y no pueden realizar los suministros ni evacuar a los heridos», explica el experto en un artículo con clara vocación divulgadora.

Fotografía de PxHere

Para García Riesco, otra dimensión relevante de este armamento es la desconexión física y emocional entre el operador y el objetivo. Al manejar drones desde lugares remotos, los soldados pueden sentir una especie de deshumanización en su accionar, comparándolo con la distancia emocional de los videojuegos. Esa separación imposibilita la comprensión plena de las consecuencias de sus acciones, lo que puede generar sentimientos de culpa o angustia. Finalmente, se plantea que los avances tecnológicos en armamento requieren una revisión ética urgente del concepto clásico de moral de combate. La guerra contemporánea, con su desvinculación física entre agresor y agredido, pone en entredicho valores militares tradicionales; el texto llama a reflexionar sobre cómo preservar los principios éticos en conflictos en los que la precisión tecnológica convive con el terror invisible.

«Los drones crean una constante ansiedad que erosiona sustancialmente la moral de combate de quien atacan, por lo que un primer paso imprescindible es disponer de una defensa aérea fiable y de cierto dominio del espectro electromagnético. Sin protección, en la línea del frente los soldados no ven al dron ni son capaces de derribarlo antes del mortal ataque; tampoco pueden salir de sus búnkeres. En las ciudades, el sonido de los enjambres aterroriza a una población que pasa las noches en refugios improvisados. Los operadores de drones, al estar desconectados del enemigo se deshumanizan hasta el punto de considerar que están en el mundo ficticio del videojuego, lo que afecta a su moral y sugiere que las nuevas tecnologías cambian el sistema de valores militares de tal modo que hacen que la ética militar tradicional sea inaplicable», concluye García Riesco.

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