José María Baldasano, catedrático de Ingeniería Ambiental de la Universidad Politécnica de Cataluña, Premio Nobel de la Paz como representante del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático y académico de número de la Real Academia Europea de Doctores (RAED), reflexiona sobre la funcionalidad de las cumbres climáticas y los compromisos internacionales que se firman en ellas en el artículo «¿Sirven para algo las COP?», que se publicó en el portal especializado The Conversation el pasado 7 de enero y que ha sido recogido por diversos medios internacionales. Estas conferencias climáticas reúnen desde 1995 a los países que firmaron la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y su objetivo es estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero para evitar impactos peligrosos sobre el clima. Hasta la fecha se han celebrado 29 cumbres, la última el pasado noviembre en Bakú, Azerbaiyán.
Para el experto, la historia de las COP es una historia de compromisos lentos y metas a largo plazo. En este sentido, detalla cómo el Protocolo de Kioto de 1997 entró en vigor en 2005 y sus objetivos se extendieron hasta 2020 y el Acuerdo de París, firmado en 2015, se implementó en 2020. Medidas como las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional o los fondos climáticos también se enfrentan plazos largos y revisiones espaciadas, lo que dificulta una respuesta ágil a la crisis climática. Baldasano señala, asimismo, que la creciente participación de actores vinculados a la industria de combustibles fósiles en estas citas es una tendencia preocupante. En las COP28 y COP29, celebradas en Emiratos Árabes Unidos y Azerbaiyán, respectivamente, los delegados de empresas petroleras superaron en número a las delegaciones de países vulnerables. Con más de 2.500 representantes en Dubái, los representantes de este sector influyen en las negociaciones, retrasando acuerdos para proteger sus intereses, denuncia. El experto considera que esta presencia plantea dudas sobre la independencia de las COP y su capacidad para priorizar la justicia climática.
El académico cree que las COP han evolucionado entre la urgencia del cambio frente a la inercia política, la evidencia científica contra los intereses económicos y la necesidad de acción inmediata frente a promesas a largo plazo. Y el crecimiento demográfico, el consumo y la dependencia energética complican aún más el panorama cuando la distancia entre las políticas acordadas y las acciones necesarias resulta insalvable. Sin embargo, para el académico, estas cumbres resultan imprescindibles a pesar de sus limitaciones al tratarse del único ámbito de acción internacional coordinada. «A pesar de que las COP tienen una credibilidad cuestionable, es vital acelerar de forma urgente las políticas climáticas actuales. Muchas personas ya sufren el inmovilismo en abordar las consecuencias del cambio climático. La distancia entre dónde estamos y dónde deberíamos estar es enorme. La ambición de las respuestas no refleja la situación de emergencia climática en la que se encuentra la humanidad», concluye el experto.
Baldasano fue el autor del «Informe sobre cambio climático» que debatió la Comisión de Emergencia Climática del Parlamento de Cataluña y elaboró también el «Informe de los Premios Rey Jaime I de Medio Ambiente sobre el Actual Cambio Climático», que firmó junto a José Luis Rubio y que presentó ante el pleno del Alto Consejo Consultivo en I+D+i de la Presidencia de la Generalitat Valenciana. El académico presentó asimismo el estudio «Las zonas de bajas emisiones para mejorar la calidad del aire de las ciudades» en el encuentro virtual «Barcelona, zona de bajas emisiones», celebrado por el diario «La Vanguardia». Baldasano estudió a fondo los efectos de la reducción de emisiones que se produjo debido a las restricciones de movilidad a consecuencia de la pandemia en artículos como «Covid-19 lockdown effects on air quality by NO2 in the cities of Barcelona and Madrid (Spain)», donde apelaba a la implementación de nuevas políticas de movilidad urbana tras certificar una reducción de emisiones que se situó entre el 50% y el 62% en estas dos ciudades durante el mes de marzo de 2020.