Joaquín Callabed, presidente del Club de Pediatría Social, académico correspondiente de la Real Academia de Medicina de Cataluña y académico de número y vicepresidente de la Sección de Ciencias de la Salud de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), invita a la comunidad académica a realizar un viaje científico y cultural a través de los artículos «Las lecturas que marcaron a Ramón y Cajal«, «El secreto de la nostalgia de París«, «Blues en La Louisiane» y «Un español pionero en los derechos de la mujer», que publicó entre los pasados 19 de febrero y 7 de abril en las secciones «Lectores expertos» y «Lectores corresponsales» de la edición digital del diario «La Vanguardia», de cuya comunidad de lectores forma parte activa.
En «Las lecturas que marcaron a Ramón y Cajal», el académico se adentra en el mundo interior del premio Nobel de Medicina español para abordar su parte humanista, que marcó buena parte de su ideario. En este sentido, apunta algunos de los autores que más le marcaron. «La historiografía de Santiago Ramón y Cajal pasó por varias fases: el romanticismo exaltador de los valores patrios y la genialidad de la raza. También surge el hombre liberal y crítico con la religiosidad tradicional y dogmática de la época. Igualmente, el gran científico universal. En estas exaltaciones se dejaron en segundo plano otras dimensiones de su personalidad y de su obra que merecen ser comentadas. Hay otro Ramón y Cajal ‘desde dentro’, que decía José Ortega y Gasset. Un momento determinante en la formación literaria de Cajal sucede durante unas vacaciones en Ayerbe. Era el verano de 1864, en el que descubre sigilosamente una biblioteca del vecino confitero, Codiuras, a la que accedía desde su terraza… Allí encuentra obras de Espronceda, Zorrilla, Bécquer, Cadalso, lord Byron, Chateaubriand, Dumas, Victor Hugo, Defoe y Cervantes«, señala el artículo.
Por otra parte, en «El secreto de la nostalgia de París», Callabed rememora un reciente viaje a la capital parisina, en el que recorrió escenarios pasados y visitó las numerosas y sorprendentes librerías con que la ciudad sorprende al paseante. «El tiempo no se detiene más que en los poemas. Y nunca se desvanece el hechizo de París. La nostalgia es una planta capaz de arraigar en los lugares más inhóspitos. Tengo unos días libres para pasear, recordar, escribir y dibujar por mis barrios favoritos de la capital francesa. En la Rue Monsieur le Prince, el hotel Le Relais Saint-Germain me trae buenos recuerdos. Allí escribí parte de mi novela ‘De Saint Germain a Montmartre’. La recepcionista estaba feliz porque un barrio era su punto de trabajo y en el otro su residencia habitual. En la puerta de cada habitación está el nombre de un literato. Ella conoce todos los hoteles literarios de París», inicia su reflexión.
En «Blues en La Louisiane», el presidente del Club de Pediatría Social prosigue con sus recuerdos parisinos y, en esta ocasión, tiene un recuerdo para Nueva Orleans y el jazz. «Recuerdo un hotel de París que me recomendó el doctor Rof Carballo: La Louisiane, en el número 60 de la Rue de Seine, muy cerca del bulevar Saint-Germain. Allí se alojan gente del jazz y acogía a Louis Armstrong cada vez que llegaba a la ciudad. Su antiguo director era un hombre encantador. Conocía bien España. Había vivido en Madrid. Un gran conversador. Repetía con frecuencia aquella frase de Miguel de Cervantes, ‘quien lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho'», comienza el articulista.
Por último, en «Un español pionero en los derechos de la mujer», el académico esboza la figura de Benito Jerónimo Feijóo (1676-1764), autor del ensayo «Defensa de las mujeres», publicado en 1726. «Benito Jerónimo Feijóo y Montenegro (1676-1764) fue un religioso benedictino gallego, ensayista y polígrafo. Ganó por oposición una cátedra de Teología en la Universidad de Oviedo y allí residió desde 1709 hasta el fin de sus días, consagrado al estudio, a la enseñanza, a la creación de sus obras y a mantener un importante epistolario, con otros eruditos y científicos de toda España, Europa y América. Junto con el valenciano Gregorio Mayans (1699-1781) constituye la figura más destacada de la primera Ilustración Española, que abarca desde 1737 hasta poco después de la muerte de Fernando VI. Es autor del discurso ‘Defensa de las mujeres’ (1726), considerado el primer tratado del feminismo español», explica.