Mariàngela Vilallonga, presidenta de la Fundación Prudenci Bertrana y académica de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), protagonizó el pasado 9 de julio la tradicional Conferencia Balmesiana que celebra el Ayuntamiento de Vic desde 1861, como preámbulo de la Fiesta Mayor de la localidad en memoria de uno de los personajes más ilustres de su historia, el reconocido filósofo y teólogo Jaime Balmes, calificado por el papa Pío XII como el príncipe de la apologética moderna.
La académica inició su intervención recordando la profunda huella que ha dejado Balmes entre los intelectuales que le han precedido y cómo muchos de ellos se han referido constantemente a su obra, como es el caso de Josep Pla. En este sentido, señaló que se le puede considerar en cierta medida como a uno de los autores clásicos que él citó de forma reiterada en su obra. «La vigencia de Balmes no morirá nunca. Su complejidad propone lecturas diversas, así como sus propias contradicciones, que nunca ocultó. De ahí que su figura haya sido utilizada por todo tipo de corrientes ideológicas, porque, como en los clásicos, todo el mundo ha encontrado un pensamiento que ha conseguido adaptar al suyo», reflexionó.
Vilallonga recuperó algunas de las traducciones balmesianas de autores como Cicerón, Virgilio y Horacio en sus obras para apoyar sus tesis. Y se refirió particularmente a la reconocida obra «Los sabios resucitados», en la que el autor recrea una reunión de sabios de los siglos XV al XVIII, todos ellos entre el Renacimiento y la contemporaneidad, que exhuman textos clásicos de referencia en una biblioteca imaginaria para entroncar su pensamiento con el de los pensadores que les han precedido como ejemplo del carácter acumulativo de la cultura. «Es toda una lección de la historia de la literatura, de la filosofía y de la ciencia», señaló.
La conferenciante, asimismo, destacó la reflexión de Jaime Balmes sobre la creación literaria, marcada por la tradición, pero fundamentalmente por la originalidad que exigía como modelo. De ahí que considerase que todo lo que los romanos ganaron en la forma imitando a los griegos lo habían perdido en el fondo y que esos autores que recuperaba en su reunión de sabios nunca consiguiesen ponerse de acuerdo al proceder cada uno de su propio contexto cultural.
Por último, la académica destacó cómo entre los clásicos y la modernidad, Balmes había fijado el pensamiento cristiano como elemento indisoluble, incluso situando de nuevo el pensamiento de los autores clásicos como parte de un protocristianismo. En esta línea, en sus «Cartas a un escéptico en materia de religión», Balmes utiliza la figura de Virgilio, que ofrece el argumento definitivo, recuperando la figura del Redentor apuntada por el autor de la «Eneida», las «Bucólicas» y las «Geórgicas». «Para definir la misión redentora del mundo contemporáneo a través de la Iglesia, Balmes recurre a la Égloga IV de Virgilio y son comunes sus referencias al purgatorio de Platón«, señaló.
Tras su etapa como consejera de Cultura de la Generalitat de Cataluña entre marzo de 2019 y septiembre de 2020, un cargo por el que renunció a la vicepresidencia del Instituto de Estudios Catalanes, Mariàngela Vilallonga reemprendió su actividad docente hasta su jubilación el curso pasado. Desde mayo es, además, presidenta de la Fundación Prudenci Bertrana. En 2016 fue reconocida con la Creu de Sant Jordi, la máxima distinción que otorga la Generalitat, por sus investigaciones en literatura humanística latina de la Corona de Aragón. Recientemente, fue nombrada consejera del grupo editorial Grup62.