Miquel Ventura, director de proyectos de la Fundación Pro Real Academia Europea de Doctores e impulsor del proyecto de observación y protección de la biodiversidad marina Silmar, presenta a la comunidad académica el artículo «Superados los límites del planeta», que complementa sus recientes reflexiones sobre el papel que tienen la Fundación y la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED) en este obligado cambio de era en el que la humanidad se juega buena parte de su futuro.

¿Hasta qué límites la Tierra podrá absorber las presiones antropogénicas sin comprometer las condiciones de vida de la especie humana?

Introducción

Muy pocos lugares de la Tierra están libres de la contaminación. Hemos alcanzado el límite de lo posible, los compuestos químicos artificiales fabricados por los humanos se encuentran presentes en toda la biosfera y más allá de la tropopausa. Nuestra ya insalubre atmósfera contamina el ciclo del agua que cae en forma de nieve y agua en las cimas de las montañas, los bosques, llanuras y en el mar alcanzado los fondos abisales más profundos del océano. De una u otra forma, todas las formas de vida se ven afectadas por la contaminación. No sólo hablo de contaminación química, ya que existen otros tipos de contaminación más de tipo físico que también alteran nuestro entorno y calidad de vida de plantas y animales como es la contaminación en forma de calor, la contaminación lumínica o la acústica. Más allá, también podemos hablar del impacto de la contaminación informativa y cultural asociada a la desinformación y al hiperconsumo que mueven el mundo, pero eso es harina de otro costal.

Se calcula que hay más de 360.000 tipos diferentes de compuestos químicos sintéticos en el mercado mundial. Estos incluyen compuestos químicos para todo tipo de industrias, infinidad de plásticos, pesticidas, sustancias para la alimentación, sustancias farmacológicas, antibióticos, productos cosméticos, productos derivados de la ingeniería genética (transgénicos) y un largo etcétera. Todas estas sustancias artificiales son totalmente novedosas y presentan efectos en gran parte desconocidos para los sistemas vivos del planeta. Lo más crítico de todo esto es que anualmente salen al mercado nuevos compuestos que se introducen en el sistema planetario que escapan al control de las administraciones públicas responsables de su regulación con efectos desconocidos en su ciclo de vida (LCA) a medio y largo plazo.

Esquema de toxicidad

La sustancia química quinona 6PPD, presente en los neumáticos de los automóviles, envenena el medio ambiente urbano y el agua de lluvia de la escorrentía la introduce en ríos, arroyos y en el mar afectando a la biodiversidad, a la cadena alimentaria y a nuestros cuerpos. Fuente Mysterious Earth & Eurek Alert, 2020

Durante las últimas dos décadas, los investigadores de la EPA (Environmental Protection Agency, Estados Unidos) han observado muertes masivas y regulares del salmón plateado (Oncorhycchus kisutch) que migran rio arriba al pasar por zonas fluviales urbanas contaminadas debido al efecto de la escorrentía de las precipitaciones pluviales que arrastra muchos contaminantes. Los resultados son concluyentes en las zonas más urbanizadas de las cuencas de ríos y lagos. El síndrome de muerte por escorrentía urbana, URDS («urban runoff death sindrome») puede matar a más del 70% de los salmones migratorios antes de que tengan la oportunidad de desovar.

En las ciudades mediterráneas como Barcelona, Valencia, Marsella o Roma el efecto URDS sumado a las altas temperaturas en los meses de verano aumentan la letalidad de los productos químicos liberados al entorno al combinarse con otras sustancias químicas (Blue Plan, MAP-UNEP, 2020). Aunque el síndrome de muerte de la biota por escorrentía del agua urbana contaminada está relacionado con episodios de lluvia, parece que hay un compuesto químico, la quinona 6PPD, integrado en los neumáticos de los vehículos, que con su desgaste por rozadura se queda en el asfalto y en el ambiente. Los estudios demuestran que esta es una de las fuentes más importantes de contaminación química. Los microplásticos en las ciudades y en las zonas costeras afectan directamente a las aguas marinas litorales causando impactos ambientales muy considerables que reducen la salubridad del entorno. Estos efectos tan negativos están actualmente poco estudiados y desde nuestra organización tenemos el propósito de seguir investigando para alcanzar un nivel de conocimiento suficiente cómo para saber afrontarlo. Esta es una excelente acción para conseguir que una ciudad sea realmente una «smart city» gracias a la mejora y conservación de su territorio desde el conocimiento, la ciencia y la acción política responsable.

Fondos marinos de la Playa de la Mar Bella de Barcelona con notable acumulación de materia orgánica y residuos. La Fundación RAED en el marco de actividad del proyecto Silmar está estudiando la presencia de microplásticos y otros residuos químicos en el fondo marino y en la columna de agua para determinar el impacto sobre la biota. Esto permitirá entender en profundidad el impacto ambiental y ecológico de los efectos de los contaminantes que arrastra la escorrentía urbana” (URDS). Además, permitirá buscar la causa de las muertes masivas de algunas especies marinas cuando la calidad del agua de mar es muy baja. El proyecto Silmar de la estación la Mar Bella es posible gracias al apoyo económico del Centro Comercial Diagonal Mar. Fotos. Miquel Ventura Monsó – Fundación RAED.

Desde la década de 1950 ha habido un incremento 50 veces superior en la producción de productos químicos y las previsiones es que este aumento se triplique para mediados del siglo XXI

Superados los límites del planeta

En una de las primeras evaluaciones publicadas sobre los límites planetarios relacionados con «sustancias novedosas» (productos químicos sintéticos, incluidos los plásticos) 14 científicos concluyeron (Environmental Science and Technology) que la humanidad ha excedido otro límite planetario. Este nuevo limite relacionado con los contaminantes ambientales ya se ha excedido, lo que aumenta los riesgos para la estabilidad de los ecosistemas y sistemas naturales de planeta, demostrando que la producción de plástico y otras sustancias aumentó en un 80% entre el año 2000 y 2015. Frente a ello, la humanidad tiene el nuevo reto de mejorar la gestión de los riesgos, la vigilancia del ciclo de vida de estos compuestos en el entorno (incluidos nuestros propios cuerpos), así como en la reducción de la producción y eliminación de productos nocivos para depurar la naturaleza y regresar a límites planetarios sostenibles. Como comenta la coautora del estudio, Bethanie Carney de la Universidad de Gotemburgo: «La velocidad a la que estos contaminantes están apareciendo en el medio ambiente supera con creces la capacidad de los gobiernos para evaluar sus riesgos potenciales y mucho menos poder controlar cualquier problema potencial».

En el año 2009, Johan Rockström, director del Instituto de Investigación sobre el Impacto Climático (PIK) de Alemania, con el apoyo de un equipo internacional de investigadores identificaron nueve límites planetarios que rompen el estado de equilibrio de la Tierra, la cual ha permanecido sin grandes variaciones desde los albores de la civilización durante los últimos 10.000 años. Estos límites incluyen las emisiones de gases de efecto invernadero, la desestabilización de la capa de ozono, la pérdida de bosques, la reducción y contaminación de las masas de agua dulce y la pérdida de la biodiversidad escala global. Después de 10 años, los resultados del estudio determinaron los límites que influyen en la estabilidad de la Tierra, concluyendo que se han sobrepasado cuatro límites claros. Estos son el calentamiento global (ciclo del carbono), la pérdida de biodiversidad, la deforestación y cambio de usos del suelo y la contaminación por fósforo y nitrógeno de campos y ecosistemas. En este contexto, los nuevos compuestos químicos eran uno de los límites que permanecían sin cuantificar hasta ahora.

La previsión es que la producción y el consumo mundial de nuevos compuestos químicos seguirá creciendo. Hoy, la masa total de plásticos que hay en el planeta es más del doble de la masa de todos los mamíferos vivos. Lo más preocupante es que aproximadamente el 85% de todos los plásticos producidos durante los últimos 150 años siguen en el medio ambiente y van a permanecer durante miles de años.

Los contaminantes químicos se han detectado a escala mundial, desde el Ártico hasta la Antártida pasando por el desierto y las selvas más inhóspitas, son extremadamente persistentes y afectan a todos los sistemas de la Tierra, incluida la biodiversidad y los ciclos biogeoquímicos

Los plásticos contienen además otros productos químicos nocivos, por lo que su degradación ambiental crea nuevas combinaciones de materiales más peligrosos con impactos ambientales poco conocidos asociados como al cáncer, la inmunodeficiencia, problemas mentales o de infertilidad.

El pasado 18 de enero, científicos del Centro de Resiliencia de Estocolmo (SRC) confirmaban que hemos cruzado un quinto límite planetario: el límite de la contaminación química. El 5, de los 9 límites planetarios identificados. Lo más alarmante de todo es que esta noticia pasó totalmente desapercibida. Ésta es una prueba más de lo que ya comenté en mi anterior artículo: vivir realmente el argumento de la película Don’t Look Up (No mires arriba»). La realidad supera la ficción. Lo mismo ocurrió con la publicación del informe del IPCC sobre las tendencias del calentamiento global el 9 de agosto de 2021. Ciudadanos del mundo, estamos hablando de una amenaza real a la estabilidad de los ecosistemas globales de los que depende la humanidad y el futuro de las nuevas generaciones.

El reto de implementar un modelo ecológico de economía productiva

El funcionamiento de nuestro modelo de desarrollo socioeconómico basado en el crecimiento sostenido (no lo confundamos con sostenible) nos lleva a pensar que las tendencias de producción y liberación de productos químicos a la naturaleza seguirán aumentando, poniendo más en riesgo la salud de la biosfera y por consiguiente nuestras vidas. Por esta razón, cambiar a una economía circular es realmente esencial e importante para el progreso de la humanidad en un mundo sano y ecológicamente funcional. Esto significa cambiar la forma de diseñar y fabricar los nuevos materiales y productos para que puedan reutilizarse y reciclarse sin desperdiciar materias primas, reduciendo la contaminación y la presión sobre la naturaleza. Es esencial aprender a producir eco-productos químicos biodegradables y compostables, plásticos orgánicos que se autodegradan al final de su vida útil. En este sentido las administraciones públicas, desde acuerdos nacionales e internacionales vinculantes, deben regular, seleccionar y promover el uso de productos químicos seguros y ecológicos que permitan la sostenibilidad de los procesos productivos. Por el contrario, las administraciones deben vetar la entrada al mercado de productos químicos nocivos y a las empresas que los fabrican obligándoles a elaborar productos ecológicos en el marco de la nueva economía regenerativa.

Los límites planetarios son temas de vital importancia para la Real Academia Europea de Doctores y su Fundación. En este sentido, en el primer volumen de «Retos Vitales para una Nueva Era», de 2021, y en el segundo que actualmente estamos editando se tratan de forma directa o indirecta los 9 limites planetarios como retos vitales a los que debemos de enfrentamos desde el conocimiento y la experiencia. La necesaria transformación de la sociedad hacia formas de vivir y progresar más verdes y respetuosas con el planeta siendo realistas será un largo camino que debemos emprender sin dilación con el firme propósito de mejorar como especie y dejar un mundo mejor para los hijos de nuestros hijos.

Para saber más