Rosalía Arteaga
Expresidenta y exministra de Educación de Ecuador, presidenta de la Fundación para el Desarrollo de América Latina y académica de honor de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED)

Entrevista publicado en el diario «La Vanguardia» el 9 de julio de 2021

Rosalía Arteaga, expresidenta y exministra de Educación de Ecuador, presidenta de la Fundación para el Desarrollo de América Latina, reconocida activista por la educación y la infancia y académica de honor de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), reflexiona sobre el papel de las mujeres en la política y en el liderazgo de grandes iniciativas de la sociedad civil partiendo de su propia experiencia pionera y su frustrada candidatura popular a la Presidencia de la Organización de las Naciones Unidas en una entrevista concedida al diario «La Vanguardia» que se publicó el pasado 9 de julio.

La académica de honor señala cómo el simple hecho de ser mujer provocó su destitución forzosa como presidenta de Ecuador tras la salida del Gobierno de Abdalá Bucaram mediante un golpe de Estado en lo que se conoce como la Noche de los Tres Presidentes. Y que como ministra de Educación, el presidente Sixto Durán le había advertido: «Temo proponerte, no sé si siendo mujer podrás enfrentarte al gremio más fuerte que tiene Ecuador, el de los maestros».

Rosalia Arteaga

Dra. Rosalía Arteaga

«En el Gobierno todo eran hombres -recuerda Arteaga en la entrevista-. Cuando fui vicepresidenta pedí que mi jefe de seguridad fuera una mujer. No era posible porque para llegar a serlo necesitas el grado de teniente coronel del Ejército y no había ni una mujer. Cuando estuve en Brasil trabajando para la Organización del Tratado Amazónico me invitaron a Europa a un centro de investigación, todos eran amazonólogos. ‘Ahí fuera tengo un tumulto de investigadoras que quieren hablar con usted’, me dijo el director. Y de lo que querían hablar sobre todo era de la dicotomía maternidad o carrera, algo que un hombre nunca se plantea».

La académica de honor revela una anécdota tan divertida como reveladora: «Siendo vicepresidenta o presidenta, cuando llegaba al aeropuerto tenía que revisar las tropas y, para poder saludar, pasaba mi bolso, que solía ser rosa o rojo, al hombre que estaba detrás de mí, un coronel. Se ponía muy nervioso, era como una patata caliente, los llamaban ‘los del bolso’. El coronel inmediatamente se lo pasaba al capitán, este al mayor, hasta que finalmente llegaba al pobre soldado. Es muy simbólico».

«‘Yo tengo un sueño’, decía Martin Luther King, y yo añado: ‘Nosotros tenemos una responsabilidad’. Sueño con un país educado, sin asimetrías, un mundo más consciente de la necesidad de proteger la naturaleza. Y tengo tantos libros que leer, tantos helados que probar, tantos proyectos por realizar… Hace veinte años creé la Fundación para el Desarrollo de América Latina. Siempre que llego con una idea, alguien pregunta: ‘¿Y con qué dinero?’. ‘No sé –digo yo–, pero ya lo conseguiremos’. El entusiasmo mueve montañas. Las mujeres tenemos que trabajarnos la autoestima. No analizar tanto y hacer más. A veces lo excelente es enemigo de lo bueno», concluye Arteaga su reflexión.

 

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