«Hoy se dan muchas manifestaciones concretas que señalan el paso de la laicidad al laicismo»

Lluís Martínez Sistach, cardenal arzobispo emérito de Barcelona, ingresó en la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED) como académico de honor durante una ceremonia que se celebró el 12 de diciembre. El recipiendario leyó el discurso de ingreso «Laïcitat i laïcisme en l’occident europeu», donde repasa la actualidad de la Iglesia en una sociedad donde el fenómeno religioso está cada vez más asediado. A la ceremonia asistieron, entre otras personalidades, el cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella; el arzobispo de Urgell y copríncipe de Andorra, Joan Enric Vives, y el obispo auxiliar de Barcelona Sergi Gordo. Respondió al discurso de ingreso, en nombre de la RAED, el académico de número Francesc Torralba.

Martínez Sistach defendió el derecho a la libertad religiosa reconocido por la inmensa mayoría de países occidentales y alabó la laicidad que reconoce y apoya la Constitución española, e incluso alabó el papel positivo que tiene para el mantenimiento de la fe y de una institución sólida y arraigada como la Iglesia católica, pero contrapuso a esta realidad constructiva la de un laicismo que pretende acabar con cualquier hecho religioso. Así como reconoció el papel humanista y de respeto a la religión de la Unión europea. «En el proceso de desarrollo y maduración de la Unión Europea el derecho fundamental de libertad religiosa y la gran cuestión de Dios tiene un papel primerísimo, aunque no siempre se reconoce. Porque la Unión Europea está al servicio de las personas que la integran y éstas disfrutan y disfrutarán siempre de libertad religiosa para realizarse plenamente», señaló.

Sin embargo, ese respeto mutuo se rompe a veces para perjuicio no sólo de la Iglesia, sino de una sociedad cada vez más espiritual, como señalan todos los estudios. «Hoy se dan muchas manifestaciones concretas que señalan el paso de la laicidad al laicismo: reducir la presencia de la religión en el interior de los templos y en el fuero interno de las personas, impedir que los creyentes se manifiesten públicamente sobre las realidades sociales y éticas de la sociedad, sacar del ámbito público de la sociedad todo signo religioso, tender a utilizar los templos para fines sociales y culturales ajenas a la religión y reducir la presencia pública de las religiones alegando favorecer la paz social. Por eso es muy actual hablar de laicidad y de laicismo, de libertad religiosa, de libertad de expresión. Y hay que decir que se habla con bastante confusión, especialmente cuando se hace referencia a laicidad y laicismo, usándose estos dos términos para identificar un mismo concepto», defendió.

Martínez Sistach apeló al llamamiento del papa Francisco a un Iglesia humilde y samaritana, alejada de las instituciones políticas o que detentan algún poder para anunciar el mensaje de Jesucristo y el Evangelio a una sociedad libre y plural. «La Iglesia debe asumir y realizar la totalidad de su misión evangelizadora, tanto en lo que hace referencia al anuncio de la fe del Evangelio, como en lo que hace referencia a la capacidad de transmitir a la sociedad civil un espíritu que pueda hacerla más humana. Sin embargo, una de las exigencias de la Iglesia actual es que ofrezca caminos adecuados de presencia comunitaria que acompañen a los cristianos en la sociedad pluralista en la que cada vez se hace más difícil ser creyente en solitario. La Iglesia ha de ser una Iglesia de comunión que se realice en comunidades concretas, de dimensiones humanas, en las que sea posible la verdadera fraternidad cristiana», concluyó.

 

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