«Aunque el bloque soberanista ganase en las urnas, Cataluña no sería independiente y habría aceptado el poder del Estado»
Lluís Vicent Safont, académico correspondiente para Andorra de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), realiza un interesante planteamiento de la pugna entre el soberanismo y el independentismo en Cataluña mediante la teoría de juegos desarrollada por el premio Nobel de Economía John Nash en el artículo «El procés: eleccions o no. Repressió o no», publicado el pasado 3 de noviembre por el Diari d’Andorra.
Reduciendo los jugadores a dos, representados por el bloque independentista y el bloque «unionista» y aportando valor en el juego a conceptos como legitimidad o ilegitimidad de la aplicación del Artículo 155 de la Constitución española, presencia o no presencia en las elecciones convocadas en aplicación de este artículo, mayoría o minoría en las mismas y medidas represoras o no represoras por parte del Estado (incluyendo en él al poder judicial), Vicent Safont plantea una serie de variantes en las que el soberanismo, pese a su victoria en las urnas, siempre saldría perdiendo en tanto que acepta la legitimidad del Gobierno de España.
«Una variable fundamental es la probabilidad de que los votos independentistas superen el 50% el 21-D. El independentismo podría demostrar así al mundo que tiene mayoría en Cataluña y España, que es quien ha convocado las elecciones, no tendría argumentos para negarlo. Pero de esta manera Cataluña no sería independiente y habría aceptado el poder del Estado. Por lo tanto, no podríamos otorgar al bloque soberanista rendimientos de 4-0, sino de 3-1. Sin embargo, si los votos independentistas no llegan al 50% la situación sería óptima para los unionistas y la República Catalana estaría herida de muerte. Otorgaríamos, según la arbitrariedad que hemos planteado al juego, un 4-0 a favor del bloque constitucionalista», argumenta el académico.
Manteniendo su argumentación, Vicent Safont sólo entiende el posicionamiento de Andorra en defensa de la legitimidad del Gobierno español y del orden constitucional por elementos que hayan favorecido de forma determinante este apoyo. «A priori no parecía que la mejor jugada para Andorra fuese manifestarse a favor de un bando poniéndose, por tanto, al otro en contra. Pero ésta era la conclusión sólo si teníamos en cuenta las relaciones económicas con Cataluña, no otros factores que desconozco», zanja.