Francesc Torralba, director de la Cátedra Ethos de Ética Aplicada de la Universidad Ramon Llull y de la Cátedra de Pensamiento Cristiano del Obispado de Urgell, miembro del Dicasterio de Cultura y Educación de la Santa Sede y académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), participó el pasado 20 de julio en la «Primera Jornada de Formación de Agentes de Pastoral de Cultura, Educativa, Universitaria y del Deporte» organizada por la Dimensión de Cultura y Deporte de la Conferencia del Episcopado Mexicano, que se celebró a lo largo de los meses de julio y agosto en distintas sesiones virtuales y presenciales.
El académico expuso durante su intervención lo que definió como cinco claves para entender y afrontar los desafíos antropológicos contemporáneos desde una óptica cristiana. En este sentido apuntó la incertidumbre del mundo actual, la disrupción tecnológica exponencial, la interdependencia, la volatilidad global y la complejidad del presente como esos cinco grandes rasgos que presenta el mundo de hoy. «No nos encontramos ante una época con algunos cambios, sino un cambio de época. Aristóteles distinguía entre el cambio accidental y el cambio sustantivo o sustancial. Yo creo que hablamos de un cambio sustantivo, lo que significa un antes y un después, una ruptura, un cambio donde todo está en proceso de transformación», señaló en su introducción. Ante esta disyuntiva, Torralba pidió a su audiencia que observe con atención la realidad que se desmorona, pero especialmente lo que está naciendo, apuntando a nuevos movimientos, espiritualidades, lenguajes y sensibilidades.
Sobre la incertidumbre que ha dejado la pandemia, el experto consideró que la Iglesia debe ofrecer certidumbres antropológicas y éticas, abordando preguntas esenciales sobre la existencia humana y proporcionando orientación. Respecto a la disrupción tecnológica, apeló a evitar lo que definió como «tecnooptimismo» y «tecnopesimismo» y afrontar el cambio de una forma crítica y analizar los efectos de la tecnología en la vida humana y espiritual. De la interdependencia como rasgo distintivo de esta época apeló a buscar y fomentar mecanismos que eviten la indiferencia y promuevan la cohesión social.
Sobre la volatilidad, la descomposición de los valores tradicionales y las instituciones que los sostienen, pidió de nuevo análisis crítico y adaptación a las nuevas realidades emergentes desde una base espiritual sólida. Por último, acerca de la complejidad del mundo actual, instó a un diálogo interdisciplinar e intercultural. «Un mundo complejo requiere de diálogo interdisciplinar, intergeneracional e intercultural. Frente a la complejidad tenemos que dialogar para buscar soluciones, porque no hay soluciones milagrosas ni populistas. El populismo es un insulto a la inteligencia. Es ofrecer soluciones fáciles a problemas complejos. Y eso es un insulto a la inteligencia, aunque funciona electoral y políticamente porque crea ilusión, crea confianza y luego frustración porque no se resuelven los temas», concluyó.
Docente y divulgador del humanismo cristiano en importantes medios de comunicación catalanes como Catalunya Ràdio y los diarios «La Vanguardia» y «El Punt Avui», el académico es autor de libros destacados como «El sentit de la vida» (2008), «No passeu de llarg» (2010), «El valor de tenir valors» (2012), «Un mar d’emocions» (2013), «Córrer per pensar i sentir» (2015), «Saber dir no» (2016) o «Món volàtil» (2018). Ya durante la pandemia, Torralba publicó los libros «Humildad», «Paraules de consol. En la mort d’un ésser estimat», «Formar personas. La teología de la educación de Edith Stein», «Vivir en lo esencial. Ideas y preguntas después de la pandemia», «L’ètica algorítmica», que fue galardonada con el Premio Bones Lletres de Ensayo Humanístico que otorgan la Real Academia de Buenas Letras y la editorial Edicions62; «La façana de la Glòria de la Sagrada Família. Fonts espirituals i teològiques de l’escatologia d’Antoni Gaudí», fruto de su cuarta tesis doctoral, que leyó hace un año; «Cuando todo se desmorona. Meditar con Kierkegaard» (2023), y «Benaurances per a agnòstics» (2024). Fue reconocido con el Premio Ratzinger 2023, otorgado por la Fundación Vaticana Joseph Ratzinger-Benedicto XVI.