Rodolfo Fernández Cuellas, director del Seminario de Derecho Mercantil de la Escuela de Negocios ESADE y académico correspondiente de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), considera que la legislación española debería ser más garantista e incorporar mecanismos que son habituales en otros países de tradición anglosajona, como Reino Unido y Estados Unidos, en un artículo publicado por el diario Expansión el pasado 7 de junio con el título «Cómo resolver un conflicto con inversor minoritario».
Haciendo referencia a su discurso de ingreso de la RAED, «Las dinámicas mayoría-minoría en las sociedades de capital», el académico propone cómo debería reformarse la ley para poner fin a situaciones de abuso. De manera que se concreten alternativas al derecho de separación con el fin de no poner en peligro la viabilidad de una empresa.
«El interés social de una empresa no es sólo su mantenimiento a lo largo del paso del tiempo, sino también que se tengan en cuenta los derechos de los socios minoritarios. Este tema es crucial en el derecho mercantil moderno», considera.
Para Fernández Cuellas, el legislador debería tener en cuenta el arraigo de las pimes en España, el actual desarrollo de start up o sociedades no cotizadas y que las empresas necesitan mecanismos alternativos a la financiación bancaria para que cuando exista un abuso de posición de la mayoría, haya alternativas al derecho de separación que contempla la legislación mercantil existente. «La ley española es muy garantista, pero en el funcionamiento de las sociedades de capital es excesivamente liberal», asegura el experto.
El académico cree que la ley española debería contemplar mecanismos alternativos a la separación y sistemas de mediación y arbitraje para solucionar los conflictos de forma amistosa. «Lo que es un auténtico fracaso es acudir a la vía penal. Hay muchos abogados que lo hacen, pese a que es más larga y extenuante que la mercantil. Hemos visto familias que han acabado enfrentadas y que un divorcio que únicamente afectaba al negocio se ha extendido a las relaciones personales y también se perpetúa entre generaciones», concluye.