El académico Lluís Vicent reflexiona sobre los cambios políticos que comportarían en Andorra diferentes modelos de elección y representatividad
Lluís Vicent, primer rector de la Universidad Abierta Lasalle de Andorra y académico correspondiente de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), publicó el pasado 28 de abril en «Diari d’Andorra» el estudio «Com canvia el Consell General d’Andorra en funció del sistema electoral», en el que realiza una curiosa y documentada comparativa de cómo podría cambiar la política andorrana si su Constitución hubiese elegido sistemas electorales y de representación diferentes al actual, que también presenta y analiza. «Aplicando una lógica primaria, seguramente se afirmaría que los escaños de un Parlamento deberían ser proporcionales a los votos de los electores. Es decir, si a un partido lo vota el 30% de la población, debería tener un 30% de escaños. Sin embargo, los números hacen imposible esta aplicación», inicia su reflexión.
La peculiaridad del sistema electoral andorrano es que se trata de una combinación de sistemas con sus propios pros y contras. «Los métodos más habituales son el método de Hondt y el método de Hamilton (o los máximos residuos) -prosigue Vicent-. El método de Hamilton es el que en Andorra se conoce como ‘el resto’ y se utiliza para la circunscripción nacional de las generales. En contraposición a los sistemas proporcionales están los sistemas binarios uninominales, donde gana el que obtiene más votos. Este es el sistema del voto parroquial a las elecciones generales de Andorra en el que la lista más votada se lleva los dos escaños. El sistema de las elecciones generales de Andorra es doble: proporcional en la circunscripción nacional, y binario con el mismo número de escaños en cada parroquia, lo que sobrepondera el voto de las parroquias menos pobladas».
Vicent repasa las virtudes y los defectos de todos estos métodos, incluidos los mixtos, y añade la importancia de la representación territorial por la que apuestan prácticamente todos los países europeos, lo que aún hace más complejo el modelo elegido, además de las barreras proporcionales, que permiten o no el acceso de una opción política a tener representación. Esa lucha contra la atomización de los parlamentos, consejos o plenos tiene como víctimas algunas minorías que podrían llegar a ser significativas. «Los de mayor presencia en las ciudades grandes se suelen quejar de la sobreponderación de las zonas menos pobladas, argumentando que es injusto para los votantes de las capitales. Los otros argumentan que un sistema puramente proporcional puede implicar que las zonas más despobladas quedan desatendidas debido al bajo impacto que tienen en las elecciones. Tensión perenne para la que no hay soluciones mágicas», señala.
En la última parte de su estudio, Vicent plantea diversos escenarios en función de los métodos empleados y las ventajas y desventajas que tendrían cada una de las actuales candidaturas. «Se podría repetir este ejercicio tantas veces como la imaginación nos permitiera. Se podría cambiar el peso de las parroquias dentro del Consell, se pueden aplicar barreras electorales con diferentes cuotas mínimas, y los resultados cambiarían. La representatividad del pueblo es imperfecta y es un tema de discusión eterno que irá sufriendo cambios periódicamente en el paso del tiempo», zanja.