Francisco López Muñoz, profesor de Farmacología y vicerrector de Investigación, Ciencia y Doctorado de la Universidad Camilo José Cela y académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), ingresó como académico correspondiente de la Real Academia de Medicina del País Vasco durante una solemne ceremonia que se celebró el pasado día 25 de febrero en la Universidad de Deusto. El recipiendario leyó el discurso de ingreso «Ramón y Cajal y las teorías de la senectud». La sesión cerró el Seminario Científico Internacional «Ciencia, Sociedad y Alimentación: impacto en los procesos de envejecimiento», que se celebró durante los días 24 y 25 de febrero en la misma universidad con más de un centenar de especialistas. Este evento, en el que participaron varias entidades científicas nacionales e internacionales, conmemoró el 50.º aniversario de la Real Corporación. En la sesión estuvieron presentes Javier Aranceta, presidente del Comité Científico de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria y de la Real Academia de Medicina del País Vasco y académico de número de la RAED, y Carmen Pérez Rodrigo, vicesecretaria de esta misma Real Academia y académica electa de la RAED.
López Muñoz analizó en su discurso las hipótesis científicas sobre el proceso del envejecimiento que se postularon en el periodo de entre siglos XIX y XX y la valoración que realizó sobre ellas el premio Nobel Santiago Ramón y Cajal, quien abordó de una forma amplia y crítica las causas y los mecanismos de la degradación senil, sobre todo en su última obra literario-filosófica, «El mundo visto a los 80 años», editada el mismo año de su fallecimiento, en 1934. Estas teorías fueron clasificadas por el científico en dos tipos: planteamientos pesimistas, ajenos completamente a cualquier abordaje terapéutico y exentos de acciones preventivas, e hipótesis optimistas, que permitirían ofrecer a los ancianos ciertos remedios paliativos. Entre las teorías que Ramón y Cajal encuadraba dentro del grupo conceptual pesimista cabe mencionar la teoría de la arteriosclerosis crónica de Henri Cazalis, los postulados evolucionistas de Charles Minot y August Weismann, la hipótesis patogénica de Albert Dastre y las teorías sobre la inmortalidad de los cultivos de elementos histológicos embrionarios propuestas, entre otros, por Ross Granville Harrison y Alexis Carrel. En el segundo grupo, denominado por él como concepciones optimistas, se encontrarían la teoría etiopatológica de la autointoxicación de Iliá Méchnikov y las incipientes doctrinas endocrinológicas de Charles-Édouard Brown-Séquard, Eugen Steinach y Serge Vóronov.
El académico explicó cómo los densos conocimientos histológicos y los importantes descubrimientos científicos de Ramón y Cajal le permitieron abordar algunos aspectos interesantes acerca del envejecimiento celular en una época en que esta disciplina aún estaba lejos de alcanzar su mayoría de edad. López Muñoz se centró en analizar los planteamientos del Nobel sobre las alteraciones histológicas propias de la senectud (atrofias, degeneraciones, necrobiosis…), que fueron postuladas como efecto de la decadencia y no como causa, así como la importancia que el científico adscribió al sistema nervioso en el desarrollo de la senilidad. «En este ámbito de la fisiología del envejecimiento, apoyado en su nutrido corpus histológico, Ramón y Cajal vuelve a mostrarse como una personalidad científica genial y única, al menos en el páramo de la ciencia española del momento», concluyó el ponente.
La Real Academia de Medicina del País Vasco se fundó en el año 1971 como Real Academia del Distrito de Bilbao, siguiendo la tradición del paralelismo con los distritos universitarios, y fue fruto del esfuerzo colectivo de algunos notables médicos bilbaínos, junto con el de los primeros catedráticos de la recién fundada Facultad de Medicina de Bilbao. En el año 1983, la Universidad de Bilbao se trasformó en la Universidad del País Vasco, por lo que la denominación de la Academia cambió a Real Academia de Medicina del País Vasco, incluyendo a profesionales de todo Euskadi.
Entre los fines de la Real Academia se encuentran el de colaborar con las autoridades y organismos del País Vasco, formulando las propuestas sobre cuestiones de interés científico y evacuando las consultas que le puedan ser dirigidas; establecer relaciones con entidades similares, con universidades tanto españolas como del extranjero y otros centros de carácter científico y docente para promover conocimientos de carácter científico y social; emitir informes periciales de carácter científico-médico de referencia al servicio de las distintas instituciones del poder judicial; evacuar informes sobre problemas médico-deontológicos solicitados por corporaciones oficiales o por entidades privadas; promover estudios de investigación y programas de docencia para fomentar el conocimiento de las ciencias de la salud, favoreciendo su difusión social a través de medios de comunicación e información; participar en la evaluación de proyectos de investigación y docencia al servicio de otros organismos de instituciones públicas y privadas; evaluar proyectos de cooperación sanitaria con otros países; proponer candidatos a premios de la ciencia en general y de las ciencias de la salud en particular; colaborar en la elaboración de diccionarios de términos médicos y del ámbito de la salud, así como difundir el uso de un lenguaje correcto en esta materia; asesorar e informar a fundaciones, entidades públicas y asociaciones de pacientes relacionadas con el ámbito de la salud.