Francisco López Muñoz
Profesor de Farmacología y vicerrector de Investigación y Ciencia y director de la Escuela Internacional de Doctorado de la Universidad Camilo José Cela. Académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED)

Artículo publicado en la edición española del portal académico «The Conversation» el 26 de agosto de 2020

Francisco López Muñoz, profesor de Farmacología de la Universidad Camilo José Cela y académico de número de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), reseña el fracaso de una de las leyes más populares de la historia, que prohibió la venta y consumo de alcohol si no era bajo prescripción médica en los Estados Unidos de principios del siglo XX, en el artículo «Remedios que agravan: la Ley Seca norteamericana y sus consecuencias», publicado en la edición española del portal académico «The Conversation» el pasado 26 de agosto.

«Hasta principios del siglo XX, las bebidas alcohólicas formaban parte destacada del entramado social norteamericano. Incluso estuvieron encuadradas como remedios medicinales en la farmacopea de Estados Unidos hasta 1916, momento en el que se comenzó a eliminar el whisky y el coñac de la lista de medicamentos. Durante las dos primeras décadas del siglo XX, las bebidas alcohólicas se convirtieron en objetivo de diferentes grupos de presión, como la Unión Cristiana de Mujeres por la Templanza y la Liga Anti-Saloon que, bajo planteamientos de extremado puritanismo, las culpaban de toda una serie de problemas sociosanitarios que asolaban el país. El consumo de alcohol se asociaba, desde finales del siglo XIX, a la comisión de actos criminales», inicia el académico su artículo.

Francisco López Muñoz

Dr. Francisco López

Salvando todas las distancias, López Muñoz recuerda también cómo al otro lado del Atlántico se constituyó en 1911 la Liga Antialcohólica Española, que equiparaba a las personas que consumían alcohol con los fumadores de opio, consumidores de arsénico o ‘aficionados’ a la morfina y a la cocaína.

Sin embargo, la aprobación de la popularmente conocida como ley Seca a raíz de esta presión social se demostró pronto un rotundo fracaso. En buena medida por el negocio negro que generó la prohibición, en manos de una mafia en pleno apogeo. «Esta ley supuso un importante punto de inflexión en relación al mundo del crimen organizado. De hecho, tras su aprobación, se produjeron una serie de acontecimientos que desembocaron, irónicamente, en un aumento considerable de la delincuencia y de los problemas de salud. La prohibición fue, efectivamente, el elemento central de la consolidación del crimen organizado en los Estados Unidos, proliferando los grupos mafiosos, que vieron en esta ley una gran oportunidad, y que el cine se ha encargado de mitificar. Este negocio pasaba por la propia fabricación ilegal de alcohol, cuya calidad era pésima. Habitualmente se trataba de metanol, sustancia más barata y de la que obtenían mayores beneficios económicos. También se creó una red de contrabando a gran escala, con buques, lanchas costeras y camiones propios, así como una red de personal, en la que incluían, bajo soborno, agentes del servicio de guardacostas y de la policía», explica.

 

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