Alejandro Sánchez Barreiro
Profesor de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Santiago de Compostela
Académico electo de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED)

Extracto del discurso de ingreso en la Real Academia de Alejandro Sánchez Barreiro, con el título «Nanotecnología farmacéutica, comunicación y gestión de la propiedad industrial como nuevos elementos en el planteamiento de la biodefensa frente a pandemias y bioterrorismo».

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En primer lugar, me gustaría llamar la atención sobre el hecho de que el último libro que he escrito, sobre cuyo contenido versa precisamente el presente discurso, ha sido depositado para su edición antes de que tuviésemos conocimiento de que un virus se disponía a irrumpir en nuestras vidas de modo tan dramático…

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Para ilustrar el potencial peligro que representa la falta de protección frente a algunos agentes infecciosos podemos recordar no sólo que el término virus ha sido tomado del término latín para designar veneno, sino también que autores han definido los virus como «un trozo de ácido nucleico rodeado de malas noticias». Y, como sabemos, tanto en el caso de pandemias que surjan de modo natural como intencionado, no estamos hablando de amenazas recientes ni tampoco de amenazas que no representen una prioridad. Ya en 2007 la OMS indicaba que «sería pecar de gran ingenuidad y exceso de confianza suponer que no surgirá tarde o temprano otra enfermedad como el sida, la fiebre hemorrágica del ébola o el síndrome respiratorio agudo severo», de modo que la aparición de una pandemia sigue siendo sólo cuestión de tiempo.  Así y sólo para el caso de una posible pandemia por gripe la OMS ya había advertido que «la cuestión no es saber si habrá una nueva pandemia de gripe, sino cuándo ocurrirá. Debemos mantener la vigilancia y prepararnos, porque el costo de una gran epidemia será muy superior al de la prevención».

Tales advertencias se unen a las que desde hace años vienen indicando que no estábamos preparados para la próxima pandemia. Esto también ha sido recordado en 2017 por Bill Gates en la Conferencia Anual de Múnich sobre seguridad, advirtiendo que deberíamos de prepararnos frente a una epidemia como los militares se preparan frente a una guerra. Y esto incluye estar preparados para la gestión de agentes infecciosos y la realización de otros ejercicios tendentes a mejorar la gestión de la propagación, la respuesta de la población y aspectos estructurales tales como el mantenimiento de los sistemas de comunicaciones y medios de transporte. Es decir, que precisamos desarrollar convenientemente la biodefensa, entendiendo como tal la acepción que recoge la Biblioteca Nacional de Medicina del Instituto de Salud de Estados Unidos, que indica que «la biodefensa usa medidas médicas para proteger a las personas contra los agentes biológicos, incluyendo medicinas y vacunas. También incluye investigaciones y preparativos médicos para defenderse contra ataques bioterroristas».

Ahora bien, como ocurre con el fenómeno de las emisiones contaminantes, de nada vale que unos países se esfuercen por realizar avances en el ámbito de la biodefensa si otros no llegan ni a cobrar conciencia del problema. Y tiempo ha habido para ello, pues ya un informe de la OMS de 2007 señalaba que el peligro que representan las enfermedades emergentes es universal, indicando que «ningún país está automáticamente protegido -por su riqueza, sus altos niveles de educación, de vida y de atención de salud, o los medios materiales y humanos de sus puestos fronterizos- de la llegada de una enfermedad nueva a su territorio o de las perturbaciones que ello puede causar».

Así, se ha identificado al síndrome respiratorio agudo severo como ejemplo ilustrativo de una enfermedad de centros urbanos prósperos. Al contrario de lo que se preveía, en la última y afortunadamente resuelta crisis debida a dicho síndrome, donde más eficazmente se propagó fue en hospitales ultramodernos de ciudades. Asimismo, según dicho informe, «una crisis sanitaria que aparezca repentinamente en determinado lugar puede convertirse en apenas unas horas en una emergencia de salud pública en cualquier otro punto del planeta».

En definitiva, si un país gestiona indebidamente un brote y propicia la aparición de un virus pandémico, todos los países del mundo pueden sufrir las consecuencias. Por ello y como señala el Instituto Español de Estudios Estratégicos, «la principal lección es considerar la aparición de enfermedades infecciosas como un problema que afecta a la seguridad internacional. De esta forma, la respuesta debe ser coordinada a nivel mundial con independencia del lugar geográfico de la aparición del brote. Para ofrecer esta respuesta coordinada es necesario fomentar los tres pilares sobre los que debe asentarse la lucha contra las epidemias y las pandemias: la prevención, la detección y la respuesta».

El informe antes citado de la OMS también señala, a modo de aviso a los navegantes que, entre los elementos que han acrecentado el riesgo de que se produzcan brotes de enfermedades, se encuentran algunos de máxima actualidad, como el comportamiento del hombre, el uso de la tierra y la evolución del clima y los ecosistemas. Asimismo concluye con recomendaciones como el «libre intercambio de conocimientos, tecnologías y material, incluidos virus y otras muestras de laboratorio, necesarios para optimizar la seguridad de la salud pública mundial». Más recientemente la OMS señala, en la presentación de su «Estrategia mundial contra la gripe 2019-2030», que uno de los objetivos a alcanzar es el de elaborar mejores instrumentos de alcance mundial para prevenir, detectar, controlar y tratar la gripe, como vacunas, antivíricos y tratamientos más eficaces, con el fin de garantizar que todos los países tengan acceso a ellos.

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Alejandro Sánchez Barreiro

Dr. Alejandro Sánchez Barreiro

Haciendo balance de todo lo anteriormente expuesto, creo que podemos concluir, en contra de lo que se cree, que no existen aproximaciones convencionales que actualmente podamos emplear o adaptar para llevar a cabo la gestión de pandemias o casos de bioterrorismo con unas mínimas garantías de no ser desbordados. Esta actual falta de previsión y preparación frente a pandemias o bioterrorismo a escala global no sólo se debe al complejo escenario descrito, sino también, como vemos, a la falta de sensibilidad y atención de las políticas sobre estos aspectos.

Por ello no es de extrañar que, a falta no sólo de medios, sino también de identificación de posibles objetivos, la OMS haya incluido en 2018, debido a la ausencia o insuficiencia de contramedidas sanitarias, a la enfermedad por el virus del ébola, otras fiebres hemorrágicas, la enfermedad por el virus de zika, el síndrome respiratorio de Oriente Medio por coronavirus, el síndrome respiratorio agudo severo y una denominada enfermedad X, entendiendo como tal a una grave epidemia internacional causada por un patógeno «desconocido», de origen incierto pero impacto más que probable y frente al cual deberíamos de prepararnos.

Por lo de pronto y a falta de despejar la incógnita X todo esto nos lleva a concluir que sí es preciso realizar, de modo programado y no cuando tengamos el problema encima, más investigación sobre el desarrollo de medidas de protección de la población y, además, a desarrollar con carácter extremadamente urgente, pero siempre asegurando que dicha investigación tenga presentes los aspectos críticos que he venido señalando. En este sentido, la gran diversidad de moléculas bioactivas con potencial empleo para conseguir dicha protección hace tan difícil como deseable el diseño de adyuvantes y/o vehículos que, dada su versatilidad, puedan servir como plataformas base para dicho desarrollo en general y no sean de aplicación limitada a una única molécula bioactiva. La nanotecnología presenta gran potencial en este contexto.

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Me gustaría finalizar lanzando un mensaje de confianza pues, en definitiva, creo que si las políticas futuras muestran una especial sensibilidad hacia los riesgos derivados de una pandemia o bioterrorismo, como parece que en algunos países ya está ocurriendo frente a fenómenos como el cambio climático, podremos prepararnos para la realización de campañas urgentes, masivas y globales de protección, sobre todo teniendo en cuenta las perspectivas que ofrece la explotación del potencial de campos como, entre otros, el de la nanotecnología.