Lluís Martínez Sistach
Cardenal arzobispo emérito de Barcelona, presidente de la Fundación Antoni Gaudí para las Grandes Ciudades y académico de honor de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED)
Artículo publicado en el diario «La Vanguardia» el 11 de julio de 2021
Lluís Martínez Sistach, cardenal arzobispo emérito de Barcelona, presidente de la Fundación Antoni Gaudí para las Grandes Ciudades y académico de honor de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), plantea crear espacios de culto no sacralizados o mantener esta función en los templos desacralizados en el artículo «¿Qué destino dar a las iglesias sin culto?», que publicó en el diario «La Vanguardia» el pasado 11 de julio haciéndose eco de las conclusiones del congreso «¿Dios ya no vive aquí?», que debatió el destino de los espacios religiosos ya en desuso.
«Hace unos años se celebró un congreso internacional sobre la realidad creciente del cierre de iglesias y templos, especialmente en el occidente europeo, pero también en Estados Unidos y Canadá. Las causas de este fenómeno son varias. La constatación de que muchas iglesias, necesarias hasta hace unos años, ahora ya no lo son, debido a la falta de fieles, a la escasez de clero o a una distribución diferente de la población en las ciudades y en las áreas rurales como también a la concentración de las parroquias en una unidad pastoral que puede comportar que alguna iglesia sea innecesaria», inicia el académico su exposición.
Para Martínez Sistach, el lamento ante esta situación desde la Iglesia o los fieles no es el camino, ya que a lo largo de toda la historia los fenómenos demográficos y sociológicos han marcado el uso y desuso de edificios religiosos. En este sentido, apunta a unas palabras del papa Francisco en este mismo sentido: «Esta realidad debe ser vista en la Iglesia no con ansiedad, sino como un signo de los tiempos que nos invita a la reflexión y nos obliga a adaptarnos. Los bienes eclesiásticos no tienen un valor absoluto y a veces es necesario ponerlo al servicio del mayor bien del ser humano y especialmente al servicio de los pobres». Teniendo en cuenta esta reflexión, el académico de honor de la RAED cree que algunas de estas iglesias sin culto podrían dedicarse a la acogida y atención a las personas pobres y necesitadas.
«La gran ciudad, además, tiene necesidad de que haya iglesias que estén abiertas y sean lugares de silencio, de encuentro y de plegaria. Ante la soledad y el aislamiento en que viven muchas personas en las grandes ciudades, la asistencia religiosa es fundamental, con la acogida y el discernimiento. El papa Francisco, refiriéndose a las grandes ciudades, dice que hay que ‘imaginar espacios de oración y de comunión con características innovadoras, más atractivas y significativa para las poblaciones urbanas’. La gran ciudad provoca heridas psicológicas y morales, pero también espirituales, que han de ser curadas en la relación con Dios y en las relaciones personales favorecidas por una acogida atenta, sencilla y dialogante, con un ambiente de silencio y recogimiento que se crea en el interior de las iglesias, facilitado por la música litúrgica o espiritual», concluye Martínez Sistach.