Joaquín Callabed, presidente del Club de Pediatría Social, académico correspondiente de la Real Academia de Medicina de Cataluña y académico de número y vicepresidente de la Sección de Ciencias de la Salud de la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), apela a la necesaria relación que deben tener las escuelas y los centros médicos en el artículo «La escuela como espacio de salud», que publicó el pasado 16 de julio en la sección «Lectores expertos» de la edición digital del diario «La Vanguardia», de cuya comunidad de lectores forma parte activa. El académico considera que los colegios son un observatorio privilegiado de los niños y el pediatra puede aportar valor a docentes y familias partiendo de sus seguimientos.
«La escuela puede ser considerada como un espacio de salud idóneo para la actuación del pediatra, que puede colaborar en aspectos asistenciales, docentes e investigadores dentro del equipo escolar pluridisciplinar e interdisciplinar. Es un observatorio ideal donde el alumno pasa muchas horas», señala Callabed. El académico cita las tesis del pedagogo suizo Johann Heinrich Pestalozzi, a caballo entre los siglos XVIII y XIX, que creó en Zúrich un centro educativo sin castigos y a los niños se les educaba con amor y cuyos métodos aún persisten, y el médico francés Robert Debré, que definió la Pediatría Social como un estado de espíritu que contempla al niño como sujeto-persona irrepetible que interacciona con su entorno familiar, escolar y social.
El académico propone que la escuela realice labores asistenciales para alumnos y profesores, labores docentes sanitarias dirigidas a profesores y familias e investigación en aspectos importantes por su frecuencia o importancia. En cuanto a las labores asistenciales para alumnos y profesores, destaca la supervisión de condiciones higiénico-sanitarias y ecológicas de guarderías y escuelas, los controles sanitarios de salud de los alumnos, los controles de salud de profesores, las vacunaciones reglamentarias, la participación en la confección de menús y dietas saludables para los alumnos y profesores, la prevención de la obesidad infantil y la detección precoz de trastornos visuales, auditivos y ortopédicos.
«El pediatra debería saber enseñar como un maestro y el maestro debería tener los conocimientos sanitarios de un pediatra», señala. En este sentido, el experto indica que la escuela puede atender urgencias y diversos problemas de salud que aparezcan de repente, como las convulsiones, los traumatismos craneoencefálicos o testiculares, las alergias graves que en ocasiones pueden precisar la aplicación urgente de adrenalina, la diabetes descompensada, la fiebre alta, la ingestión de cuerpo extraño o las picaduras y mordeduras.
«La escuela la educación y la salud son un tema de permanente actualidad. La escuela es un observatorio privilegiado para evaluar la salud de los niños. La participación del pediatra puede ser importante para la atención sanitaria de niños y profesores. El pediatra puede aportar información sanitaria a docentes y familias. El estudio reglado de Magisterio y Pedagogía debería incluir temas de salud infantil, intentando que los maestros sean agentes de salud. Debería existir la figura del médico escolar presente en la escuela, como sucede en otros países. Finalmente, es importante en la planificación general de nuestras poblaciones que los colegios estén cerca de hospitales o centros de salud», concluye.