Salvador de Brocà, académico de número en la Real Academia Europea de Doctores-Barcelona 1914 (RAED), ha remitido a la Academia el trabajo «El marc històric de la Il·lustració», donde señala cómo los principales aspectos de la política internacional del siglo XVIII influyen decisivamente en las líneas de pensamiento de la Ilustración hasta el punto de definir un nuevo paradigma cultural. Doctor de Filosofía y Letras, autor de una decena de libros de referencia sobre filosofía e historia del pensamiento y recordado profesor de la Universidad Rovira i Virgili y del Instituto Superior de Ciencias Religiosas del Arzobispado de Tarragona, De Brocà es uno de los principales especialistas en la cultura y pensamiento del Barroco y la Ilustración.
«Unas cuantas notas en relación a la historia de este periodo (1688-1790) pueden ayudar a una mejor comprensión del movimiento ilustrado. En primer lugar, recordar que si en el siglo XVII el poder central en Europa pasa de España en Francia, en el siglo XVIII el dominio de la monarquía francesa, aunque poderosa, cede el paso a la monarquía británica a partir del desenlace de la guerra de sucesión a la Corona española que se concluye, provisionalmente, con el tratado de Utrecht. En previsión de una paz futura, el Reino Unido considera el sistema político del que se llamará ‘Balance of Powers’ como herramienta más adecuada para evitar la desmesurada potencia de un solo Estado, debido a los conflictos militares y económicos que habían destrozado el continente europeo a lo largo de todo el siglo XVII», inicia el académico su reflexión.
El incremento de la población urbana, el auge del protestantismo, el poder económico y financiero ejercido por una importante y floreciente burguesía y un creciente interés por la tecnología y la ciencia definido por ese cambio social y económico marcan el nacimiento de un período liderado por las grandes monarquías que, a su vez, modificaría la geopolítica europea. «El resultado de todo ello fue el ascenso de dos grandes potencias, Prusia y Rusia, la práctica desaparición de Polonia y un desplazamiento del centro gravitacional de la política europea hacia el este. Francia, aunque con una posición de preeminencia en el continente europeo, había ido perdiendo poder en beneficio de Reino Unido, respaldaban este por una economía en pleno desarrollo y una superior potencia naval, mientras que España se encontraba ahora a la defensiva», explica el académico.